Hoy nos hemos levantado con la aprobación, por parte de los ministros de Cultura de la Unión Europea, de la Etiqueta del Patrimonio Europeo. ¿De qué se trata exactamente? Pues de una denominación con la que se intentará aumentar el atractivo turístico de los lugares que la reciban, así como la identidad comunitaria.
El sello ya existe como iniciativa intergubernamental en veinte países europeos, pero ahora, es la propia Unión Europea la que lo respalda. El texto de conclusiones que hoy han aprobado los ministros de los Veintisiete, entre los que se encuentra el español César Antonio Molina, señala que la etiqueta servirá para «enfatizar la historia común, ensalzando la dimensión europea del legado cultural». El mismo texto aclara que se aplicará a los monumentos, lugares, paisajes y bienes que «supongan un testimonio de los valores del legado cultural europeo».
En la actualidad, 55 lugares han recibido ya esta etiqueta. En España, los que la ostentan son el cabo Finisterre, el archivo de la Corona de Aragón, la Residencia de Estudiantes de Madrid y el Monasterio de Yuste. España ha sido, además, el país que propuso inicialmente esta iniciativa que hoy se ha aprobado.
Los bienes españoles que ya ostentan la Etiqueta del Patrimonio Europeo la comparten con otros de tan gran renombre como la Acrópolis de Atenas, la abadía de Cluny o, menos conocido, los astilleros de Gdansk, en Polonia. La iniciativa que ahora respalda la Unión Europea nació en 2007 para promover aquellos «monumentos, sitios o lugares de memoria que han sido testigos de la historia europea». Sin duda, se trata de una buena noticia para el patrimonio del continente.
Imagen vía www.nikonistas.com