Cuenta la leyenda que Deméter, diosa griega de la agricultura, las cosechas y la abundancia, en su búsqueda desesperada por encontrar a una hija perdida, cayó sobre la isla de Sicilia, y de la tierra al mar. Justo en el lugar en el que cayó Deméter surgió la ciudad de Trapani, y de la diosa heredó la forma de guadaña de su bahía.
Trapani es un pequeño pueblo de pescadores, pero un puerto precioso para planificar nuestros viajes a Sicilia. Sus casas antiguas y sus colinas empapadas de molinos de viento son sus aspectos más llamativos. Asomados al mar, los montes de Erice, llenos de viñedos. No en vano, la zona que rodea Trapani es uno de los rincones donde degustar el mejor vino de Sicilia, algo que ya es decir mucho.
Su situación estratégica al oeste de Sicilia la convirtió desde sus orígenes en el puerto más importante de la isla. Por aquí pasaron fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, musulmanes, normandos y españoles, ahí es nada. Fue durante la época española cuando, por orden de Carlos V, se construyeron las murallas de Trapani, añadiéndosele una serie de fosos y canales para protegerla de los ataques por mar. En el siglo XVIII las murallas se extendieron hasta el Monte Érice.
Es un placer ver al atardecer los restos de aquellas viejas ruinas junto a la estampa de los molinos de viento del siglo XVII, como centinelas blancos a lo largo de la costa. Además del vino, a Trapani también se la conoce por su sal, producto con el que ya comerciaban los fenicios.
Un paseo por el pueblo nos llevaría a conocer rincones y monumentos como la Catedral de San Lorenzo, construida en el siglo XIII y restaurada en estilo barroco siciliano, o el Santuario de la Anunciación, el más grande construido en Sicilia en el siglo XIII. Destaca por su torre campanario y en el interior la capilla de los pescadores. No olvidaros tampoco del Palazzo della Giudecca, construido en estilo catalán en el barrio judío, allá por el siglo XVI.
Yo os recomendaría la visita a Trapani en Semana Santa, especialmente el Viernes Santo, cuando una procesión con veinte imágenes en madera de Cristo desfilan desde el siglo XVIII por las estrechas callejuelas del pueblo.
Es un placer descubrir las pequeñas joyas y los encantos de Trapani. La isla de Sicilia está llena de pueblos pintorescos como este. Dejaros seducir por su aroma, y perderos por el Mediterráneo.
Foto Vía Living Italy