Sentado en la colina de Jingshan puedes disfrutar de las mejores vistas panorámicas de la Ciudad Prohibida de Pekín. Más de 800 años de historia son los que contemplan a este rincón de la capital china, una colina artificial de apenas 47 metros de altura a la que se accede a través de la Puerta del Poder Divino del Palacio Imperial.
Cuenta la tradición que los palacios imperiales chinos debían ser construidos al sur de una colina. Pero cuando Pekín pasó a ser la capital de China no había ninguna colina junto al Palacio Imperial, de ahí que se erigiera esta de forma artificial. Precisamente fue excavada con material del propio palacio y su función principal era protegerlo del viento y de los malos espíritus.
Si tenéis pensado reservar vuestros hoteles en Pekín online gran selección este será uno de los rincones que debáis visitar de manera imprescindible. Porque más que una colina artificial, Jingshan es un precioso parque imperial que perteneció a los emperadores Yuan, Ming y Qing. Los tres disfrutaron de este espacio y cada tarde subían hasta el punto más alto para saborear el abrazo del atardecer sobre la ciudad.
En la actualidad podemos emular a los tres emperadores y situarnos en alguno de los cinco miradores de la colina para contemplar la Ciudad Prohibida. El más grande de todos ellos es el de Wanchun, y los cuatro restantes se sitúan por parejas a ambos lados de la colina. Hay diversos senderos que os llevarán a cada uno de ellos, en donde encontraréis un Buda de cobre que simboliza los cinco sabores: ácido, amargo, dulce, salado y picante.
Pero es desde el de Wanchun desde el que se aprecia la mejor de las vistas (siempre que la continua niebla de Pekín no nos lo impida). Os recomiendo ir a este y también visitar el Palacio Shouguang, situado a los pies de la colina.
A todo este lugar, conocido en sus orígenes como Colina de Carbón o Colina de la Larga Vida, llegan cada día miles de turistas y lugareños. Es el jardín imperial más hermoso que podemos encontrar, el punto más alto de la ciudad desde el que, con Pekín a nuestros pie, todo parece mucho más pequeño.
Foto Vía Here is Beijing