La Catedral, la Casa de las Conchas o la Universidad son tres de los monumentos más conocidos y significativos de la ciudad de Salamanca. No obstante, existen otros muchos que, de igual modo, merece la pena conocer cuando se visita dicha urbe. Este sería el caso del Convento de San Esteban.
En la Plaza del Concilio de Trento es donde se encuentra situada dicha edificación religiosa que tiene su origen en el siglo XIII pues fue entonces cuando los dominicos decidieron acometer la construcción de la misma. Sin embargo, su aspecto actual data del siglo XVI, concretamente del año 1524 que fue cuando se acometió una remodelación en profundidad gracias a la iniciativa de fray Juan Álvarez de Toledo.
Algunos de los mejores maestros del momento, como sería el caso del arquitecto cántabro Rodrigo Gil de Hontañón, son los que participaron en la creación y embellecimiento del Convento de San Esteban de Salamanca.
Entre los elementos más interesantes y bellos que merecen que el visitante preste más atención se encuentran la portada de la iglesia, que está considerada como una de las mejores joyas españolas del arte plateresco, o el claustro, donde los elementos góticos y renacentistas se dan la mano.
No menos relevante es la conocida Escalera de Soto que se puso en pie en el periodo comprendido entre 1553 y 1556. El citado Gil de Hontañón, uno de los mejores exponentes del Renacimiento, fue el que acometió su construcción.
Asimismo, a todos los espacios y estancias citadas tendríamos que añadir la sacristía, del siglo XVII, y el retablo mayor. Se trata de una de las mejores obras de arte realizadas por José de Churriguera y se identifica por sus columnas salomónicas, el dorado que se hace patente en todo momento y la pintura del Martirio de San Esteban, realizada por Claudio Coello, que ejerce como centro del segundo cuerpo.