Brujas cuenta con todos los ingredientes necesarios paraconvertirse en una de vuestras vacaciones más románticas e inigualables. Y está a sólo 30 minutos en tren del aeropuerto internacional de Bruselas. Conocida como la Venecia del norte, en Brujas hay canales, edificios medievales y lugares muy especiales, como el Minnewater o Lago del Amor, donde poder sentarnos a beber una típica cerveza belga viendo nadar a los cisnes.
Y es que Bélgica es el país de la cerveza también, con más de 1800 tipos de ella. Para ello podéis visitar la fábrica de Strauffe Hendrik, y conocer de primera mano algunos de esos tipos y cómo se elaboran. Brujas aún nos muestra su pasado medieval, la que la llegó a convertir en una de las ciudades más importantes del siglo XIV.
Su puerto fue ocupado por el comercio de lujo, como los diamentes, el cuero y la seda, aunque cuando el cieno inundó los diques, la ciudad decayó un poco. Hoy en día, Brujas mantiene ese encanto medieval que le da la arquitectura de sus edificios. El arte os maravillará en esta pequeña ciudad belga.
Vale la pena acercarnos hasta la Grote Markt, la plaza central de la ciudad, y contemplar el enorme campanario, con su carillón de 47 campanas, que ofrece conciertos varias veces durante el día. Allí en sus terrazas podemos sentarnos a probar sus exquisitas patatas fritas, uno de los platos nacionales, imposible de encontrar más barato que aquí. Hay decenas de maravillosos restaurantes que sirven todo tipo de sabrosos menús, desde la cocina local, hasta china, japonesa, india, francesa, etc…
Los restaurantes con vistas a las maravillosas plazas y calles de Brujas son algo especial, pero, para la tarde, qué mejor que merendar uno de los maravillosos goffres que nos ofrecen los belgas, pues son ellos los que inventaron este dulce. De chocolate, de caramelo, de crema. Bélgica, como véis, no es un lugar para viajar con dieta.
No os perdáis tampoco el Museo Groeninge, que alberga los últimos seis siglos del arte flamenco, holandés y belga, la pintura desde Jan Van Eyck a Marcel Broodthaers. Asimismo, el Museo Gruthuse, situado en un palacio del siglo XV, que alberga una notable colección de arte, con muebles, tapices, instrumentos musicales, pinturas, plata, estaño, cerámicas y armas que van de los siglos XIII al XIX.
Hay docenas de iglesias, galerías y museos que valen la pena ver en Brujas. Y lo mejor es hacerlo en bicicleta. Realmente se ven pocos coches en la ciudad, con lo que os encontraréis con muchos lugares en donde alquilar bicicletas y otros muchos para poderla dejar aparcada mientras continuamos nuestra visita a pie por el centro histórico.
No os olvidéis de dejar tiempo para ir de compras. La gama de tiendas de moda en Brujas es deslumbrante, así como otras tiendas de artesanía local, joyas, y sobre todo diamantes, mucho más baratos que los que podamos encontrar en cualquier parte del mundo. Tampoco olvidaros del chocolate, las tiendas de encajes, o los mercados de antigüedades que se celebran los fines de semana, sobre todo a lo largo de las orillas de los canales.
La mejor manera de llegar hasta Brujas es tomando un vuelo a Bruselas, y de allí un tren, que en apenas 30 minutos, nos deja en la ciudad más encantadora que hayáis podido soñar nunca. Una escapadita bien merece la pena.
Foto 1: Fuente Tripadvisor
Foto 2: Fuente Talkingtree