Con su colorido renacentista y sus calles empedradas, la ciudad de Hamelin, junto al río Weser en el norte de Alemania, tiene una atmósfera de cuento de hadas con mucho que hacer y ver por allí. Pero Hamelin es conocido sobre todo por su famoso flautista, con su vestido rojo brillante su capa y su gorra de larga pluma. Y por supuesto, tras el sonido de su flauta mágica.
No es de extrañar, como en el cuento, que los niños de Hamelin le siguieran al bosque de las afueras de la ciudad. Según los Hermanos Grimm, autores del cuento, esto sucedió el 26 de junio de 1284, y desde entonces no se le volvió a ver. El flautista y su leyenda se halla en casi todas las calles de Hamelin, sobre todo en la Osterstrasse, la calle principal.
Durante los meses de verano, la historia del Flautista de Hamelin es contada de manera espectacular cada domingo en las calles de la ciudad. Un personaje, vestido como el flautista, atrae con el sonido de su flauta a una gran cantidad de niños. Y todo ello, como os decíamos antes, rodeados de una maravillosa renacentista, con sus coloreados edificios.
Todas las calles del pueblo tienen edificios de este tipo. Casas con entramados de madera, yeserías pintadas de colores, que hacen del centro de la ciudad un precioso museo al aire libre. Incluso los escaparates de las tiendas están decorados con motivos del célebre cuento.
Pequeñas huellas de ratas pintadas en las aceras nos llevan a todos los puntos de interés del cuento. El punto de partida es la estatua en bronce del Flautista de Hamelin, fuera del Ayuntamiento. Tres veces al día, cada domingo, los turistas se reúnen allí para ver tocar al gaitero que interpreta el papel del flautista.
Uno de los edificios más destacados de la ciudad es el Rattenfangerhaus, que se sitúa en la Ostertrasse. Hoy en día es un restaurante, pero tiene una antiguedad el edificio de 400 años. Su especialidad son las colas de rata, que en realidad son filetes de cerdo flambeados con Calvados. Una placa en la pared narra la historia del Flautista de Hamelin. Frente a él se halla el no menos interesante Leisthaus, que hoy alberga el museo principal de la ciudad, que incluye una amplia exposición sobre la historia de Hamelin.
En diciembre, un mercadillo navideño llena las calles de la ciudad con más de 70 puestos, todos con luces brillantes. Su elemento central es el Belén de once metros de altura. Los puestos venden todo tipo de decoraciones, así como juguetes, juegos y objetos de artesanía elaborados por los estudiantes locales. Allí se puede tomar vino caliente, y el famoso Jagertee, un potente licor de hierbas, junto con las salchichas y las bolas de azúcar, son la especialidad de la época.
Otro de los lugares que debéis visitar en Hamelin es la Catedral de San Bonifacio, construida en el año 900. Además, hay una pequeña torre en la que aún se puede contemplar cómo se trabaja el cristal de manera artesanal. Durante todo el año también se puede realizar una excursión a través del río Weser a otras ciudades cercanas.
Foto 1: Vía Luxique
Foto 2: Vía Planetware