Del 11 al 14 de julio y con motivo de la celebración del 60 aniversario de la coronación de la reina Isabel Segunda los ochocientos proveedores de la Casa Real expondrán sus productos en los jardines de Buckingham Palace. Un particular y fascinante mercadillo real único en un festival abierto al público.
Como en París la capital del Reino Unido alberga centenares de negocios con historia y solera dignos de visitar. Es la antítesis de esas tiendas impersonales y franquicias que han ido conquistando los centros urbanos de las ciudades del mundo con el mismo ritmo frenético que los restaurantes de comida rápida. La city esconde estos lugares y además a un nutrido y selecto grupo de comercios escogidos y reconocidos como proveedores de la Casa Real británica.
Pensaréis que hablamos de unas cuantas tiendecitas de postín y alta alcurnia donde sólo el hecho de acercarse a la puerta haría sonar las alarmas de nuestra cuenta bancaria…pero nada más lejos de la realidad. Más de ochocientos proveedores británicos ostentan el título (y lo identifican en sus productos) como Royal Warrants Holders (RWH) y no todos podemos considerarlos un ejemplo de exquisitez y exclusividad. Así por ejemplo Su Majestad la Reina Isabel presume de tomar durante los desayunos las insulsas barritas de cereales Weetabix que podemos encontrar en los supermercados españoles o completar la primera comida matutina con las tradicionales judías y tomate frito de la popular marca Henz, sí, las de la lata de toda la vida.
Pero si en nuestra visita a Londres dedicamos ahora a la planificación de los lugares que vamos a visitar lo mejor que podemos hacer es conocer la lista de proveedores y hacer una selección de los negocios más característicos. Aquellos con auténtico sabor inglés y que jamás podremos encontrar en ningún otro lugar del mundo.
Entre otros muchos de los RWH me fascinan aquellos que tienen que ver con la gastronomía y el cuidado personal. Desde luego la realeza británica no destacará en la adquisición de productos ibéricos o longanizas pero en cuestión de quesos, ginebras o chocolates es otro cantar.
Los adictos al queso estarán perdidos en la tienda que suministra quesos al Palacio de Buckingham: Paxton and Whitfield Ltd es una delicia en todos los sentidos con una tradición de 200 años y una decoración digna de la mejor película de época. Exquisita. Otro lugar que no puede faltar en nuestro particular recorrido es el templo de los delicatessen Fortnum and Mason, donde podremos adquirir entre otras muchas cosas la misma miel que compra la reina y que casualmente es la que se produce de forma ecológica en la finca de su hijo, el príncipe Carlos, en Hihgrove. O los chocolates de Prestat, donde anualmente elaboran el huevo de Pascua para el disfrute de la reina. Las fragancias a lavanda que desde hace 230 años impregnan las estancias de la monarquía británica las encontraremos en un lugar exclusivo como Yardley, mientras que los afeitados reales pasan obligatoriamente por las manos de los productos de Floris desde el año 1730.
Insisto, con ochocientos proveedores podremos diseñar un recorrido a nuestro gusto. Es difícil resistirse a conocer los lugares donde la ilustre familia compra sus abrigos (Barbour), bolsos (Launer), botas de agua (Hunter) o ya puestos podemos regresar a España con un flamante Land Rover, el RWH de los coches todoterreno. Por cierto, si queremos la lencería de Su Majestad tendremos que acudir a Rigby and Peller.
Sin lugar a dudas la esencia británica no sólo está en el museo Británico o en el edificio del Parlamento.