Me imagino que en alguna ocasión habéis visto u oído el famoso Muro de las Lamentaciones de Jerusalén. Para quien no lo sepa este muro es realmente lo que queda del gran templo judío construido por Herodes, y destruido por los romanos apenas unos años después.
Para los judíos simboliza uno de los lugares más sagrados. Si vais de vacaciones a Jerusalén, y os asomáis a la zona del muro, veréis a muchos judíos rezando apoyados en la pared del muro. Así dan a entender que están en presencia de lo divino. Muchos dicen que aquel muro es realmente algo así como el oído de Dios.
Si os acercáis veréis que entre las grietas del muro hay pequeños pliegos de papel, concidos como tzetzels. Son las oraciones de aquellos que piden por sus fieles difuntos. No hace falta estar en Jerusalén para tener vuestra oración colocada en el muro, ya que se puede solicitar, mediante una pequeña tarifa.
Su nombre de Muro de las Lamentaciones es una acepción cristiana, ya que los judíos lo llaman el Muro Occidental o Hakotel Hama’aravi. Hoy es lugar sagrado y de oración, sí que es verdad, pero la historia que encierra no es ni mucho menos muy agradable que digamos.
Durante las Cruzadas, Jerusalén perteneció durante un tiempo a los europeos. En aquella época, España consideraba como un delito ser judío, por lo que estos no podían acceder al muro a rezar. Sin embargo, con la llegada de los turcos a Jerusalén, el sultán Selim accedió en el siglo XVI a que los judíos pudieran volver a rezar en él.
La paz y la tranquilidad alrededor del muro se mantuvo hasta el siglo XIX. En aquel entonces los judíos quisieron hacerse con el control total del muro, algo a lo que los musulmanes se negaban. Los líderes árabes tuvieron de nuevo que prohibir el rezo de los judíos, a los que se les volvió a negar el acceso al muro.
Ambos grupos religiosos mantuvieron sangrientas luchas por el control del muro. No fue sino hasta 1967 cuando, con la independencia de Israel, los judíos volvieron a tener el control del muro. Como véis, el nombre de Muro de las Lamentaciones le viene como anillo al dedo, ¿no?.
Sin embargo, este muro también fue escenario de la reconciliación entre judíos y católicos, cuando el Papa Juan Pablo II fue el primero de los Papas que rezó en el muro.
Hoy podéis sin ningún problema visitar este Muro de las Lamentaciones en Jerusalén. Eso sí, las mujeres deben llevar ropa adecuada, nada de faldas cortas, escotes ni demás. La entrada es distinta para hombres y mujeres aunque, una vez en el muro, se pueden reagrupar.
Foto Vía Travel Images