Apenas a unos 30 kilómetros al norte de Venecia se halla la hermosa ciudad de Treviso. Tengo que decir que mis únicos conocimientos acerca de ella, antes de visitarla, se ceñían solamente a aquel mítico equipo de baloncesto de la Benetton. Ahora, además de disfrutar de un partido en la ciudad, son otros atractivos los que me hacen recordarla con agrado.
A pesar de todo, Treviso sigue siendo una ciudad algo desconocida para el turista. Los viajeros se concentran en la ciudad veneciana y sus canales y pocos son los que se acenturan a dejar sus hoteles en Venecia y planificar una excursión hasta aquí. Sin embargo, es más que recomendable.
A Treviso se la conoce como la Ciudad del Agua, ya que se encuentra atravesada por varios canales, y dos ríos que parecen acunarla en sus aguas. Mucho más tranquila y menos concurrida que Venecia, su belleza radica precisamente en el encanto de pasear por sus calles disfrutando de sus casas antiguas, sus viejas murallas y el pintoresquismo de sus canales. Se podría decir que es algo así como una Venecia, pero en pequeñito.
Precisamente estos viejos muros fueron construidos por los venecianos a principios del siglo XVI, cuando Treviso era más bien la ciudad que albergaba las cosechas de la república de Venecia. Aún así en ella se construyeron en esa época algunos edificios de gran interés, que hoy forman parte de su magnífico patrimonio.
Entre ellos están la Catedral de Treviso, construida entre los siglos XV y XVI sobre una vieja iglesia del XII, y que destaca especialmente por lo pintoresco de sus cúpulas y las obras de arte del interior. A visitar también sería la Iglesia de San Nicolás, erigida en el siglo XIV, una de las más antiguas de Treviso, o el Museo de la Ciudad, ubicado en un antiguo monasterio jesuita, y que alberga una impresionante colección de espadas de la Edad del Bronce.
Junto al patrimonio monumental, nada mejor que dar un paseo en barca por los canales de la ciudad, disfrutando de las vistas. Treviso es una ciudad que embauca. No es ni mucho menos Venecia, pero sí tiene ese pequeño encanto de las cosas sencillas. La calma que se respira en ella se disfruta enormemente.
Foto Vía Ca’Florian