Mezquita de Almonaster la Real

Almonaster

Hay en Huelva, un lugar hermoso, en medio del verde típico de Andalucía, el cual posee una larga historia y tradición en todo el entorno. Se trata de Almonaster la Real, la Mezquita o Ermita de la Concepción de Almonaster la Real.

De hecho es el plato fuerte desde el punto de vista histórico y artístico de Almonaster, su monumento más grandioso. Se trata de un conjunto especial, cuyos elementos arquitectónicos y escultóricos poseen una datación que recorre un arco cronológico impresionante, a saber, la de 1.500 años de larga historia que comienza desde los romanos hasta los tiempos modernos.

Su origen está en una mezquita omeya cuya datación no se tiene muy claro, aunque se piensa que debe ser de entre el siglo IX y X. La sala de oración, se edificó con una planta algo trapezoidal para poder adaptarse al terreno, con cinco naves de distinta altura y todas ellas orientadas a un mihrab de planta semicircular en dirección al suroeste.

Los arcos, quizás lo más característico del lugar, aunque inicialmente fueron de herradura, han terminado siendo de múltiples formas y alturas con capiteles de acarreo romano y visigodo, lo que nos trae indudablemente a la mente la mezquita de Córdoba o la del Cristo de la Luz de Toledo.

Tras la reconquista cristiana, allá por el siglo XIII, se construyó el ábside mudéjar de semitambor y se convirtió al culto cristiano, lo que lo obligo a cambiar su situación. El ábside, de mampostería encintada con ladrillo, tiene un ventanal típico de mudéjar toledano formado por un estrecho vano trazado con una arco de medio punto, rodeado de dos arquivoltas de herradura y túmido. Hay, también reformas posteriores, de los siglos XV, XVI y XVII, donde se edificó la sacristía, se abrió el pórtico moderno y se culminó la torre alminar con un cuerpo de ladrillo.

El ábside de tipo románico mudéjar se reformó de forma interior en el siglo XVIII para poder convertirlo en un espacio abovedado por una cúpula.

Hay que decir que si bien una descripción pueda parecer fría, el visitante, al caminar por sus adentros, siente una especie de calor o abrazo de un edificio que pese a todas las modificaciones religiosas que ha sufrido, sigue manteniendo en pie una dignidad propia como algo bello.

Foto Vía:Fitopaldi