Una de las urbes de Francia con mayor encanto es Marsella, que ha conseguido convertirse en un importante destino turístico gracias a su climatología mediterránea, donde el sol es el que prima siendo una de las poblaciones más soleadas del país. Pero no sólo a ella sino también al hecho de que cuente con un importante número de atractivos tanto a nivel cultural, es la Capital Europea de la Cultura en 2013, como patrimonial.
En este aspecto habría destacar la gran cantidad de monumentos que posee y que le otorgan una belleza absolutamente irrepetible. Entre los mismos merece la pena subrayar el de algunos como los siguientes:
Castillo de If. En la bahía de la ciudad, concretamente en la pequeña isla del archipiélago de Frioul, es donde se encuentra esta fortificación que se construyó entre 1527 y 1529. Proteger a aquella de ataques enemigos, como el que años antes había llevado a cabo el condestable Carlos III de Borbón, fue el motivo que llevó a que se pusiera en pie la misma que con el tiempo se convertiría en prisión. Personajes célebres como el Marqués de Sade o el Conde de Mirabeau fueron algunos de los prisioneros más importantes que tuvieron aquí su morada aunque también dicen las leyendas que en ella permaneció el misterioso hombre de la máscara de hierro.
Basílica de Santa María la Mayor. Dos iglesias, una románica y otra bizantina del siglo V y XI respectivamente, son las que dan forma a la misma que se ha convertido en un auténtico símbolo de Francia por su originalidad y singularidad.
Notre-Dame de la Garde. A unos 160 metros de altura se encuentra situado este templo neo-bizantino que es conocido tanto dentro como fuera de Marsella por la sorprendente escultura dorada de la Virgen que se erige en su parte más alta.
Estos son los tres monumentos que recomendamos visitar en la urbe gala no obstante existen otros muchos tales como el Fuerte de San Nicolás, la Abadía de San Víctor, el Palacio Longchamp o el Ayuntamiento.