El otro día hablábamos de los fuertes de Marsella, construcciones defensivas que indicaban una larga historia de la ciudad, una intensa historia. Pues bien, las construcciones defensivas o de guarnición no acababan aquí, sino que todavía nos queda comentar quizás el más importante, el Fuerte de San Nicolás.
Después de un movido siglo XVII, Luis XIV, en marzo de 1660 abre una brecha en la muralla medieval de Marsella para poder ocupar la ciudad. Algunas de las piedras de la muralla rota, se utilizarán, de forma simbólica, en la construcción de la Ciudadela de San Nicolás. El mismo rey ordenará entonces la construcción de un fuerte, un ensanchamiento de la ciudad y la creación de un nuevo Arsenal.
El fuerte se situaría así en una prominencia de la embocadura del puerto, un fuerte que significara la autoridad del rey. Las obras se desarrollarán a un ritmo frenético dirigidas por el Caballero de Clerville y el Fuerte Alto acabará de construirse en 1663, mientras que el Fuerte Bajo se verá acabada un año más tarde.
En plena Revolución Francesa, en mayo de 1790, los furiosos marselleses que tenían que soportar ver los cañones del fuerte apuntando constantemente hacia ellos, empezaron a demoler el fuerte, aunque tuvieron que parar por orden de la Asamblea Nacional.
Durante un tiempo, el fuerte acogió en sí la capilla de San Nicolás construida durante la Edad Media, aunque la capilla sí que acabaría por ser destruida.
El fuerte se distribuye en dos conjuntos de plantas, la más baja de las cuales hace la función de patio sobre el puerto y durante mucho tiempo ha quedado aislada de su parte superior por la apertura en 1862 del bulevar (hoy Boulevard Charles Livon). Lo que se conoce como el Fuerte Alto se forma también por dos recintos entrelazados, donde su planta cuadrangular se agarra fuerte a lo escarpado de la roca. La calidad de la mampostería, el gran aparato de roca calcárea de extraño color rosa de la Corona, y su aplicación contribuyen a crear una impresionante impresión de gran potencia, aunque hay que decir que para nada agresiva, sino que serena, es como un monstruo durmiendo.
Foto Vía:Robert Valette