Quien haya visitado Budapest o tenga intención de hacerlo seguro que sabe que en dicha ciudad encontrará un amplio patrimonio arquitectónico y artístico muy variado y de una gran riqueza. La Plaza de los Héroes, la Iglesia de San Matías o la Sinagoga de la calle Dóhany son algunos de los espacios más interesantes en este sentido pero a ellos habría que unir otro más que se ha convertido en uno de los lugares más significativos de la ciudad húngara.
Nos estamos refiriendo a los Baños Széchenyi que tienen una seña de identidad que trae consigo el que sean una visita obligada: son los baños termales más grandes que existen en todo el continente europeo.
En los primeros años del siglo XX, concretamente en el año 1913, es cuando se iniciaron las obras de construcción de los edificios que dan lugar a este complejo medicinal en lo que es la zona del Parque de la Ciudad. El arquitecto Gyözö Czigler fue quien se encargó de poner en pie aquellos que se caracterizan por su marcado estilo neobarroco.
Un área de baños públicos y otra privada así como una clara separación de estancias para hombres y mujeres fueron las principales características de este lugar en esos primeros años, sin embargo, posteriormente se sometería a una reforma y ampliación que dio lugar, entre otras cosas, a un total de quince piscinas.
Desde entonces hasta ahora estos Baños Széchenyi se han convertido en uno de los atractivos de Budapest y hasta ellos acuden diariamente multitud de vecinos y de visitantes dispuestos a beneficiarse de las aguas termales en las que ellos se sustentan. En concreto estas, que proceden de dos fuentes, pueden disfrutarse a 74 º y a 77 º.
Si visitas la ciudad y quieres relajarte en este rincón pero te has olvidado el bañador, no te preocupes pues en el propio centro podrás hacerte con toalla y traje de baño.
