En la bella ciudad rusa de San Petersburgo nos encontramos con un sinfín de espacios y monumentos de gran interés que merece la pena visitar. Sin embargo, entre todos ellos, adquiere especial protagonismo la Catedral de San Pedro y San Pablo, un templo ortodoxo que se encuentra situado dentro de la fortaleza del mismo nombre.
A lo largo del río Neva es donde se extiende esa mencionada fortaleza de principios del siglo XVIII en la que se halla enclavada la citada construcción religiosa que fue puesta en pie en el periodo comprendido entre 1712 y 1733. Unas obras que fueron llevadas a cabo por Trezzini.
Muchos son los elementos que merece la pena destacar en esta edificación de San Petersburgo, no obstante, quizás uno de sus símbolos más significativos es la aguja que posee y que supera los 120 metros de altura.
A esta seña de identidad citada también habría que sumar el hecho de que la Catedral de San Pedro y San Pablo ha conseguido fama, nacional e internacional, gracias al hecho de que en ella se conservan los restos de algunos personajes históricos importantes de Rusia. Este sería el caso, por ejemplo, del zar Nicolás II y de toda su familia.
En concreto, desde Pedro el Grande todos los emperadores y emperatrices del país fueron sepultados en dicho templo exceptuando a Pedro II, que está en la Catedral del Kremlin en Moscú, e Iván VI, que se encuentra en la Fortaleza de Shlisselburg.
Por todos estos motivos, cualquier visitante no puede marcharse de San Petersburgo sin visitar este templo que es el más significativo que existe en la ciudad y uno de los más importantes de toda Rusia, gracias a su valor arquitectónico y a los restos reales que conserva.