Qué ver en Hellesylt: el corazón de los fiordos noruegos

Hellesylt

A mitad de camino entre Bergen y Trondheim se halla uno de los pueblos escandinavos más bonitos. Los espacios verdes y abiertos son los principales protagonistas en él, de ahí que los amantes de la naturaleza estén ante un paraíso de montañas, glaciares y lagos cristalinos. Hellesylt, además, se halla muy cerca de Geirangerfjord, Patrimonio de la Humanidad desde el 2005, uno de los fiordos más espectaculares del mundo.

Visitar Hellesylt en crucero

Cada vez son más los turistas que llegan hasta aquí en sus cruceros de lujo. Su población de apenas 300 habitantes se multiplica en temporada alta. Desde su pequeño puerto se toma el ferry hasta la cercana localidad de Geiranger, que en temporada alta sale cada hora y media. También hay quien opta por hacer el mismo recorrido en autobús, pero no hay comparación. Es sin duda la excursión que vienen buscando todos.

Pero también hay que dejar un poco de tiempo para visitar Hellesylt y sus alrededores. Un espacio natural fascinante con más de 600 valles en el fiordo de Sunnylvsfjord. Todo el pueblo está rodeado de montañas en un paisaje de postal idílico. Para los propios noruegos estamos ante uno de los lugares más hermosos y pintorescos de su país.

Y todo esto porque Hellesylt está formado por una serie de casitas de colores que se funden entre el verde de la naturaleza y el azul silente del mar. Todo el pueblo se sitúa alrededor de una gran cascada, que cae con furia hacia el lago más profundo de Europa. Impresiona mirar hacia arriba y descubrir los acantilados de Horindalsvannet, que caen en picado y en vertical. Imaginaros lo que supone ver todo esto desde el barco.

La experiencia de visitar Hellesylt es única. Aquí el agua es el principal protagonista, ya que en nuestro recorrido veremos la cascada, el Lago Hornidal y el río Stryn. Por último, nada mejor que subir hasta el mirador de Dalsnibba desde el que se contemplan unas vistas fascinantes. Tanto el pueblo como el fiordo se abren a nuestros pies. Una postal difícil de igualar.

Si tenéis la oportunidad de llegar en crucero hasta aquí no os lo penséis. No hay nada mejor que despertarse, abrir las cortinas de vuestro camarote y encontraros con un paisaje como este. Realmente inolvidable y que merece la pena ver.