Ferrol, escondida y preciosa ciudad gallega

Ferrol

Galicia es un mundo de misterio y belleza natural. No obstante, tampoco hay que dejar de lado su gran belleza cultural, tal como hoy lo veremos. Es una comunidad autónoma que está muy bien preparado para el turismo, por lo que no habrá ningún problema en encontrar hoteles en Galicia en general y en Ferrol, lugar al que nos dirigimos hoy, en particular.

No es difícil encontrar en Ferrol lugares especiales, pues el carácter principal de la ciudad es una mezcla de contradicciones y polos contrarios que se atraen. Es un mar abierto que se hace acompañar por la ría de estrecha bocana y el pequeño núcleo que se hizo como por decreto en racionalista y modernista, militar y proletario, marinero y agricultor.

Para comenzar su visita podemos recomendar el Ferrol Vello, la cual conserva su estructura original compacta y orientada hacia el puerto en un abrigo natural en la ensenada de A Graña, incluso anterior a la creación de la población como ciudad de nueva planta. A este modo surgió el bello barrio de A Magdalena, hecho con espíritu racionalista a partir de sucesivos cruces entre calles perpendiculares.

Podemos encontrar cuadrículas octogonales en un rectángulo perfecto de seis por nueve calles, siempre muy rectas y totalmente adaptadas al desnivel del terreno. Este último factor fue junto con los espacios reservados en los extremos para las Prazas do Marqués de Amboage y Praza do Armas el símbolo del cuidado detallista de lugar.

La calle Magdalena y la calle Real atesoran los mejores ejemplos de la construcción de viviendas. En el exterior lucen desde los grandes balcones de hierro labrado como en el Ateneo Ferrolano hasta el conjunto de galerías de madera y vidrio mejor conservado de Galicia.

El corto periodo modernista pegó fuerte en la zona. Así, este estilo arquitectónico dejó su huella en la Casa Romero o en el Teatro Jofre. El estilo neoclásico tiene sobre todo sus huellas en los edificios religiosos como la Igrexa de San Xiao, que ha sido elevada a la categoría de concatedral de la diócesis de Mondoñedo.

Así pues, vemos que Ferrol, como Galicia en general, nos sorprenderá gratamente. Sus escondidos rincones, mezclas de mil estilos arquitectónicos y vivenciales, son muestra de un lugar donde su vida ha transcurrido siempre abierta pero cerrada en sí misma.

FOTO VÍA: xaimex