Cafés en Viena

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No hay mayor placer que tomar un café en Viena. ¿A quién no le suena el café vienés?. El ambiente que se respira en alguna de sus cafeterías es encantador. La vieja bohemia, las tertulias de los intelectuales, la nobleza, los jóvenes y los que simplemente se sientan con su taza humeante y un libro.

Porque la historia del café en Viena viene de mucho tiempo atrás. Ya a finales del siglo XVII se abrieron las primeras cafeterías en la ciudad, y pronto los vieneses vieron aquello como una oportunidad de salir de casa y estar con los amigos. A finales del siglo XIX y principios del XX, los cafés de Viena eran frecuentados por los principales artistas y bohemios de la ciudad, entre ellos Sigmund Freud o Gustav Klimt.

Por eso, si tenéis pensado reservar vuestros vuelos baratos a Viena y visitar la ciudad, tenéis que apuntaros algunas de las cafeterías más señeras y conocidas de la capital austríaca. No en vano hay más de 500 cafés repartidos por toda la ciudad, por lo que hay que saber elegir bien.

Uno de los más populares es el Café Griensteidl, típico café literario, abierto a mediados del siglo XIX. Sin embargo tuvo que cerrar en 1897, y no fue sino hasta 1990 cuando volvió a abrir sus puertas en su ubicación actual, la Michaelerplatz. Sus mesas y sillas negras dan muestra de su particular decoración. Además del café, se pueden pedir algunos aperitivos y leer periódicos internacionales.

En la céntrica Stallburggasse se halla el Café Braunerhof, uno de los más clásicos y populares de Viena. Su estilo y su ambiente nos recuerdan a los cafés de principios de siglo. Junto al café se pueden pedir pasteles y el periódico. Los fines de semana suele haber música en directo.

Otro de los clásicos es el Café Landtmann, que lleva el nombre de quien lo abrió en 1873, Franz Landtmann. Dicen que se trata de uno de los cafés más elegantes de Viena. Por aquí han pasado clientes distinguidos, como Sigmund Freud, Marlene Dietrich, Romy Schneider, Paul McCartney o Hillary Clinton. Sus cafés y sus pasteles se pueden consumir tanto en el interior como en su terraza.

En la Herrengasse tenemos el Café Central, el preferido por la mayoría de escritores e intelectuales de principios de siglo, como Leon Trotsky o Peter Altenberg. La estatua a tamaño natural de este último situada en una mesa de mármol en la entrada nos recuerda su carácter de tertulia literaria. No iros de aquí sin probar sus platos tradicionales de la cocina vienesa.

Por último nos acercamos a la Dorotheergasse para sentarnos en el Hawelka, un café abierto en 1939 por Leopold Hawelka, otro de esos lugares frecuentados por los intelectuales de la época. Su decoración en estilo Art Nouveau hacen del local uno de los más hermosos cafés de la ciudad.

Foto Vía Tripadvisor