Hoy en día existen múltiples opciones que nos permiten alcanzar destinos antes poco frecuentes por poco dinero, gracias a la proliferación de compañía aéreas con vuelos low cost. Así podemos realizar viajes a lugares más o menos exóticos, o incluso descubrir lugares que hasta ahora no entraban tanto como otros en los circuitos turísticos ofrecidos por las agencias de viajes tradicionales. Este puede ser el caso de Chipre, un pequeño país insular al sur de la costa de Turquía, que en los últimos años ha visto como los visitantes que se acercan a sus costas crecían constantemente, hasta convertirse en una de sus principales actividades económicas.
De hecho, lo que atrae a más turistas es el clima y las playas de esta isla, soleada la mayor parte del año y con una gran variedad de tipologías, desde las de arenas más blancas hasta las rocosas y escarpadas, contando además de todo ello con excelentes infraestructuras, un amplio abanico de hoteles y resorts y una notable oferta de actividades paralelas, como deportes acuáticos, submarinismo, pesca, vela y navegación recreativa.
No obstante, si también nos interesa aprender algo en nuestros viajes, o simplemente dejarnos admirar por la imponente presencia de vetustos monumentos, la isla de Chipre también tiene mucho que ofrecer, como algunos interesantes museos, como el Museo Aradippou de Folclore «Kostas Kaimakliotis», el Museo de Historia Natural de Pomos o el Museo Eclesiástico Agios Neofytos, que cuentan con valiosas colecciones, cada uno en su respectiva especialidad.
Pero lo más interesante se encuentra en los sitios arqueológicos repartidos por toda la isla, punto de encuentro de culturas desde hace milenios, lo que convierte a Chipre en un verdadero museo al aire libre, con yacimientos representativos de los antiguos micénicos, el Imperio Romano o el Bizantino. Entre los más destacados se encuentran diez iglesias con coloridos frescos que se encuentran en las listas de Patrimonio Mundial de la UNESCO; el yacimiento de Kourion, la Roca de Afrodita o Petra tou Romiou, el Monasterio de Kykkos y otros muchos.
Foto: Glen Bowman