Tel Aviv, ciudad cosmopolita en Israel

Tel Aviv, ciudad cosmopolita en Israel 2

Israel es uno de los países más fascinantes del mundo, visitado cada año por cientos de miles de turistas que, por una u otra razón, se deciden a tomar un vuelo a Tel Aviv o Jerusalén en busca de descanso, de espiritualidad o, simplemente, por el gusto de conocer de primera mano una de las sociedades más complejas y contradictorias, cargada de historia, mitos, conflictos y retos, pero al mismo tiempo llena de vitalidad, esperanza en el futuro y, naturalmente, atractivos culturales de primer orden.

Tras la capital, Tel Aviv es la segunda ciudad más grande de este estado enclavado en un área de influencia musulmana, y es una población llena de actividad económica y cultural, en la que cada día del año podemos encontrar cientos de actividades interesantes, una vida nocturna muy animada y todos los comercios que podamos imaginar, además de playas, museos y lugares curiosos.

Uno de los puntos más interesantes es la ciudad vieja de Yafo o Jaffa, origen de la actual Tel Aviv, con más de 3.000 años de historia, y que conserva actualmente una configuración urbana de la época Otomana, con casas de piedra y laberínticas calles con un ambiente único y particular. Aquí encontraremos mercadillos de artesanía, vetustas murallas e iglesias, restaurantes y galerías en los que hacer nuestras compras y empaparnos un poco del carácter local.

La zona nueva, que empezó a construirse en 1909, cuenta como principal atracción con el barrio de Akhuzat Bayit, núcleo histórico de la ciudad actual, que conserva casas de principios del s. XX y, en sus alrededores, evoluciona en un estilo arquitectónico particular, en su mayor parte proveniente de las década de 1920 y 1930, llamado Bauhaus Internacional, que le ha valido a la ciudad la distinción como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No podemos perdernos una visita al Museo Tierra de Israel (HaAretz), al Museo de Arte, el Museo de la Diáspora, el Museo Etzel, el Haganah, el Palmach, el Lekhi y el Museo Nachum Guttman.

Foto: Dann Stayskal