La ciudad de Ourense, capital de la única provincia gallega sin salida al mar, es una de las grandes desconocidas de la geografía española. Sin embargo, esta población, rodeada de montes cortados únicamente por el río Miño, en su camino hacia el océano Atlántico, alberga atractivos de gran interés para el visitante. Nos sugiere, además, una visión diferente de la Galicia más popular, tan asociada comunmente al mar.
No es difícil encontrar vuelos desde otros lugares de la Península y Europa que nos acerquen a alguno de los aeropuertos de la comunidad, situados a escasa distancia de la ciudad (Vigo a 45 min., Santiago de Compostela a 1 h. y A Coruña a 1h 30 min.).
Cualquier recorrido por esta población, de escala humana y que se puede recorrer a pie sin muchos problemas, debe incluir algunos puntos turísticos clave, como por ejemplo las Burgas, fuentes termales públicas, acompañadas por la monumentalidad de su entorno inmediato. A poca distancia encontramos la Praza Maior, centro de la ciudad antigua y sede del Museo Arqueológico y Ayuntamiento. Del casco histórico, también cabe destacar la iglesia de Santa María Nai, la Praza da Magdalena y la Praza do Trigo, camino de la imponente mole románica de la Catedral, que vale la pena visitar las espléndidas muestras de arte medieval que encierra en su deambulatorio, pórticos y capillas.
En toda la ciudad podremos disfrutar de un ambiente que nos transportará desde la más remota antigüedad, como el Puente Viejo, de origen romano, hasta la época más actual, como el Puente Milenio, una moderna obra de ingeniería que permite, además, disfrutar de magníficas vistas sobre la ciudad y el rio. Lo mejor, sin embargo, es dejarse perder por sus añejas calles e ir descubriendo, poco a poco y acompañados de la tranquilidad y pausa propios del carácter orensano, sus muchas iglesias de todos los estilos arquitectónicos, sus recónditas plazas y sus palacios renacentistas, alguno de ellos de gran valor histórico.
Foto: Victor Hermida Prada