Montreal, la ciudad más grande y poblada de la provincia canadiense de Quebec, es una interesante metrópolis que vale la pena descubrir con calma. En ella encontraremos todos los atractivos de una gran urbe y, además, el sabor especial de su particulares características demográficas, que hacen de ella una de las capitales más europeas de América. De paisaje urbano muy variado, con altas colinas y barrios fluviales, su arquitectura atrae a miles de visitantes cada año, que se admiran de sus antiguos edificios llenos de historia y también de la multitud de muestras de arquitectura contemporánea que pueblan sus dinámicas calles.
Los muchos festivales de todo tipo que se celebran cada año en la ciudad son conocidos en todo el mundo. El jazz, el cine o el humor son algunas de las temáticas que, durante unos días, llenan sus teatros y plazas de actividades atractivas para los visitantes y ciudadanos, que hacen una pausa en sus quehaceres habituales para participar masivamente en estos eventos culturales, que son posibles también gracias a los más de 30 km de vías peatonales que facilitan el paseo y las compras sin estrés ni agobios.
El barrio antiguo es el corazón de la Montreal más turística, con sus edificios de los siglos XVIII y XIX, la Basílica de Notre-Dame de estilo neogótico y una buena parte de los museos más interesantes, como el Centro de Historia y el Museo de Pointe-à-Callière, además del Viejo Puerto, que nos invita a recorrerlo con tranquilidad y en el que destaca el Centro de Ciencias. El centro cuenta con el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Bellas Artes, el Centro Canadiense de Arquitectura y el Museo McCord de Historia Canadiense, paradas imprescindibles en nuestra visita. También cabe destacar las islas Notre-Dame y Sainte-Hélène, el barrio de Hochelaga-Maisonneuve, el Museo Stewart, el Jardín Botánico o el Parque Olímpico, lugares que ahora están más cerca que nunca si nos decidimos a escoger uno de los numerosos vuelos a Montreal que podemos encontrar.
Foto: maha-online