El Vaticano y la Tumba de San Pedro

Basilica de San Pedro

¿Sabéis que debajo de la Basílica de San Pedro en el Vaticano hay uno de los muchos y fascinantes descubrimientos que podéis hacer?. Una necrópolis romana, con tumbas, frescos, y los huesos del primer Papa, San Pedro.

En el Evangelio según San Mateo, Jesús le dice a Pedro que él será la roca sobre la que construirá su iglesia. Para algunos, estas palabras son sólo una simple metáfora, pero para aquellos que han estado de visita en el Vaticano, y bajó la Basílica de San Pedro, saben que significan algo más.

El lugar donde se encuentra la iglesia católica más grande del mundo no fue siempre un lugar sagrado. De hecho, en el siglo I el cristianismo tuvo uno de sus mayores enemigos, el emperador Nerón, quien tenía su propia ciudad del Vaticano.

En aquel entonces, la palabra Vaticano se refería únicamente a la colina próxima, en la que Nerón se había construido su famoso circo, un enorme estadio en donde realizaba las ejecuciones públicas. Fue aquí, precisamente, en el Circo de Nerón, donde fue crucificado San Pedro en el año 64.

Debido a la hostilidad entre romanos y cristianos, se cree que los discípulos de Pedro retiraron en secreto del circo el cuerpo de Pedro, y lo enterraron en el lugar más cercano posible. Fue el comienzo de la necrópolis del Vaticano, que se hallaba justo al lado, creado en tiempos del emperador Augusto.

Durante siglos, los primeros cristianos veneraron la tumba de San Pedro en secreto, ya que el paganismo era la religión oficial del imperio romano. Sin embargo, cuando el emperador Constantino promulgó la tolerancia de la fe cristiana en el año 313, los creyentes pudieron venerar la tumba en público. De hecho, fue el propio Constantino el que ordenó la construcción de una iglesia encima de la tumba de San Pedro en el 326.

Tumba de San Pedro

La construcción de esta basílica se prolongó hasta el siglo XVI, cuando sobre ella se construyó otra, la que vemos en la actualidad. Sin embargo, los esfuerzos de Constantino no se perdieron. A comienzos del siglo XX se descubrió la entrada a un sistema de túneles subterráneos bajo el suelo de la cripta de la basílica actual. Lo que encontraron fue sorprendente.

Después de muchos años de abandono, la necrópolis del Vaticano seguía intacta, aunque hubiera sido rellenada completamente de tierra para ajustar los cimientos de la nueva Basílica de San Pedro. Sin embargo las tumbas se encontraban en perfecto estado de conservación, y sus frescos y mosaicos se han mantenido durante la larga sucesión de siglos.

Inmediatamente los arqueólogos comenzaron a buscar la tumba de San Pedro. La tradición sostenía que se hallaba bajo el altar mayor de la nueva basílica. Nadie había visto la tumba en los últimos 500 años. Después de años de excavación y de incesante búsqueda, la encontraron.

Hoy la tumba de San Pedro puede ser vista por aquellos que visitan la Ciudad del Vaticano y su necrópolis, en lo que se conoce como la Ruta Scavi. Las paredes y las calles de la necrópolis están completamente intactas, y es teniendo en cuenta que han permanecido enterradas bajo toneladas de tierra durante muchos siglos. Esta obra de arte es un testimonio más del ambiente hostil en el que vivieron los cristianos del siglo primero.

Pero lo que es más importante, los turistas pueden encontrarse a pocos pasos de los huesos de San Pedro. Bajo el altar mayor se halla uno de los centros de la religión católica. De hecho, las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio según San Mateo nos resultan algo muy real después de hacer esta visita. Las metáforas quedan para los que aún no han venido hasta aquí.

Foto 1 Vía Arqhys

Foto 2 Vía Flickr