A El Cairo, capital de Egipto, se la conoce como “Oum el-Dounia”, es decir, la madre del mundo. Y es que algún día lo fue, y aunque hoy día lo podamos poner en duda, aún tenemos cosas que ver, disfrutar y aprender de esta milenaria ciudad.
Por ejemplo, podemos ir a tan sólo 3 kilómetros del centro de El Cairo, concretamente en la isla de Dahab los campesinos aún cultivan los campos con bueyes con un horizonte de edificios, carteles publicitarion y puentes de autopista. El contraste entre el Egipto tradicional y el moderno es sobrecogedor, y es que esta sola imagen nos resume las paradojas que esta ciudad puede ofrecer.
Se trata de una capital frenética, ruidosa y desordenada, un torbellino en el cual se juntan decenas de estilos de vida y hombres de muy diversa procedencia. En el Cairo podremos ver cómo la anarquía del tráfico choca con el refinamiento de un minarete al estilo mameluco o la serenidad de una vela chocando con el ruido de los vendedores callejeros.
Algunos dicen que El Cairo es el Las Vegas del mundo árabe, y no es de extrañar, pues posee bares abiertos toda la noche con sus fiestas y sus luces. Aquí se juntan y confluyen desde estudiantes africanos, a árabes del Golfo pasando cómo no por paisano egipcios que poseen un objetivo común en muchos casos, estudiar el Corán.
Aún así, lo mejor que podemos hacer en El Cairo es pasear tranquilamente perdiéndonos en sus callejuelas. Podemos ir al Centre-Ville, la cual ha sufrido muchos cambios desde su creación. Podremos observar cómo los edificios más burgueses se llenan de cables eléctricos y parabólicas compitiendo con hoteles de 5 estrellas y torres de hormigón. No obstante, no hay que caminar mucho para darse cuenta de que es una ciudad sobrepoblada, hecho que se evidencía cómo las elegantes calles del siglo XIX se han ido convirtiendo en barrios populares.
Otro lugar a visitar puede ser el bazar de Bab el-Louk, donde los puestos de vendedores de verduras y antigüedades se encuentran en los patios traseros. Entre las callejuelas, disimuladas por rimbombantes fachadas del belle epoque podremos descubrir peluquerías, pequeños cafés y carpinterías, es decir todo un pueblo de artesanos.
En fin, El Cairo es como para perderse sin olvidar nunca de dónde nos encontramos y disfrutando del contraste y diferencia de su modo de vida en comparación con la nuestra.
Foto Vía: Joonas Plaan