Uno de los destinos turísticos más importantes de cuantos existen en Europa es la ciudad checa de Praga. Y es que la misma cuenta con una magia, un misterio y un encanto especial otorgados por enclaves majestuosos y singulares como sería el caso, por ejemplo, de su castillo.
En el siglo IX es donde se encuentra el origen de este complejo arquitectónico que es conocido, entre otras cosas, por el hecho de que ejerció como como residencia de los reyes de Bohemia. De ahí que cuente con una prestancia especial.
No obstante, quien tenga la posibilidad de disfrutar in situ de esta fortaleza es interesante que conozca otras de sus señas de identidad más importantes:
- Tiene el privilegio de ser el castillo antiguo más grande de cuantos existen actualmente en el mundo. Así, posee unas dimensiones de 570 metros de largo y 130 metros de ancho.
- Dentro de él existen estancias de gran valor como sería el caso de la Basílica de San Jorge o de las Caballerizas. Estas últimas ahora ejercen como centro expositivo pues en ellas pueden admirarse unas valiosísimas colecciones de pintura barroca y renacentista.
- No menos importante es su Convento de San Jorge, donde puede admirarse arte de Bohemia.
- Quizás entre todos los elementos y espacios que ejercen como símbolos del Castillo de Praga se encuentra la Torre Daliborka. A finales del siglo XV, concretamente en el año 1496, fue cuando se puso en pie la misma que ejerció como prisión y que recibe su nombre de un antiguo encarcelado. En concreto, se dio en llamar así en honor a Dalibor, un joven que entró en ella por ayudar a unos siervos y que aprovechó su encarcelamiento para aprender a tocar el violín. Con esa música enternecía los corazones de los vecinos que incluso le llevaban comida y esas simpatías fueron las que llevaron a que las autoridades le dieran rápida muerte.