La ciudad holandesa de Amsterdam, conocida como la «Venecia del Norte», es ya un clásico destino turístico para millones de visitantes de todo el mundo, sobre todo europeos. Su ubicación estratégica en el centro-oeste del continente hace de esta preciosa capital un lugar de preferencia para cortas escapadas de fin de semana o de unos pocos días. Esto, unido a las excelentes comunicaciones terrestres, marítimas y aéreas de los Países Bajos, aporta a la ciudad un plus de accesibilidad, junto con el evidente atractivo de su arquitectura, sus atracciones culturales y la infinidad de opciones de ocio y diversión que atesora.
A la hora de planear un viaje a Amsterdam, antes de hacer las maletas vale la pena tener una cierta idea de lo que nos interesa visitar, sobre todo si la estancia no va a ser muy larga. Una vez en la ciudad, no cabe duda que descubriremos mil rincones encantadores e interesantes que no aparecen en las guías.
Los numerosos canales que atraviesan la ciudad la hacen merecedora de su sobrenombre, y destaca también, entre los visitantes más acostumbrados a la densidad del tráfico motorizado, la abundancia de usuarios de bicicletas, el transporte urbano favorito de sus habitantes.
Si somos amantes del arte, aquí encontraremos alicientes de sobras para satisfacer nuestra afición. Hay multitud de museos de todo tipo, además de otras atracciones culturales, entre los que destacan, por ejemplo, el Museo Nacional o Rijksmuseum; el Museo Casa de los Canales (a partir del 1 de marzo de 2012); el Museo Van Gogh, en el que encontraremos muchas de sus obras más conocidas y podremos descubrir los orígenes del genio holandés.
También merece la pena dedicar una jornada a seguir los pasos de Ana Frank, uno de los personajes históricos más conocidos de la ciudad, gracias a su famoso diario. Podemos visitar la Anne Frank Huis, la casa donde Ana y su familia vivieron escondidos durante más de 2 años. En Merwedeplein 37 encontramos otra casa donde Ana vivió más de nueve años y una escultura de bronce de Jett Schepp, con Ana mirando su casa por última vez.
Foto: maurobrock