Roma es una exposición, un centro cultural en sí misma. Y es que sus calles cuentan con multitud de monumentos y construcciones históricas que la han convertido en una de las más bellas del mundo.
El hecho de haber sido la cuna del Renacimiento y el haber ejercido como cuna de algunos de los artistas más importantes de todos los tiempos, es algo que ha dejado su profunda huella. Todo ello lo podemos conocer perdiéndonos por sus rúas pero también visitando algunos de sus museos más emblemáticos.
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Sin duda alguna, parada obligatoria es la de los Museos Vaticanos que están conformados por espectaculares colecciones artísticas de la Iglesia Católica, conseguidas a lo largo de los siglos. En la Ciudad del Vaticano es donde se encuentran aquellas que permiten conocer las decoraciones de los aposentos de los Borgia, cuadros de pintores de la talla de Caravaggio o la sorprendentemente bella Capilla Sixtina, en la que destaca especialmente la Bóveda.
Los Museos Capitolinos también merecen visitarse sin duda gracias al conjunto de obras que nos muestran a través de sus distintas secciones: pinacoteca, la protomoteca donde toman protagonismo los bustos, el llamado Medagliere Capitolino que es una colección de joyas y monedas, o la Colección Castellani que gira entorno a obras artísticas etruscas, itálicas y griegas.
Y finalmente, la tercera parada obligatoria en Roma es el Palacio Barberini, del siglo XVII, que conserva en su interior una muestra pictórica del periodo comprendido entre el siglo XIII al XVIII donde pueden contemplarse trabajos realizados por grandes figuras de todos los tiempos como sería el caso de Caravaggio, Tintoretto, Rafael, Piero di Cosimo o El Greco.
