Tarragona fue la capital de la Hispania Citerior durante los años que duró la conquista de los romanos a la Península Ibérica. De ahí que conserva numerosas construcciones de esta época de la historia que lo convierten en uno de los destinos preferentes para los amantes de la historia y los curiosos de cómo se vivía hace dos mil años. Una de las mejores opciones de alojamientos son los campings en Tarragona, ya que decenas de ellos se agolpan en los alrededores de la capital de la provincia de mismo nombre.
La primera cosa que nos impresionará de Tarragona será que al lado del mar se levantan las gradas del anfiteatro romano que en su época acogía hasta a 12.000 espectadores. Aquí se realizaban combates entre fieras y gladiadores e incluso alguna que otra ejecución pública. Pero la ciudad no acababa aquí, la antigua Tarraco también tenía teatro y circo. El primero se encontraba fuera de la muralla y en lo que actualmente es el Paseo Arqueológico, qye aprovechaba el desnivel para la gradería. Por otro lado, al lado de la plaça de la Font se ubican las bóvedas que aguantaban la cavea, las gradas del circo, lugar donde también se corrían carreras de cuadrigas.
Después de la época romana, el casco histórico de la ciudad se fue forjando entre el mar y las antiguas murallas. Justo aquí se ubica la Catedral de Santa María, una construcción hecha a partir de una templo romano que se dedicaba a Jupiter y una posterior mezquita musulmana. Se trata de un hermoso ejemplo de transiciones arquitectónicas, ya que en ella encontraremos ejemplos y destellos de los tantos estilos arquitectónicos que han triunfado en esta parte de la península.
Siguiendo en la Edad Media, también podemos visitar las arcadas de la calle Mercería o la calle de Çavallers. En esta zona también podremos encontrar restos de arquitectura medieval en otras construcciones como las Casas del Degà, de la Ciutat o dels Concilis.
La ciudad no paro de crecer y al otro lado de la Rambla Vella encontraremos el trazado de la Tarragona racionalista con su epicentro en la Rambla Nova, la cual llega hasta el Balcón del Mediterráneo y el Paseo de las Palmeras. Por último, hay que destacar que a Tarragona también llegó el modernismo con su máximo exponente, a saber, Antoni Gaudí, el cual intervino en la construcción de la capilla del Colegio Jesús i María. Otros exponentes modernistas son el Mercado Central o la torre y tribuna de la Casa Ripoll.
En fin, una ciudad que completa su atractivo con una de las mayores necrópolis paleocristianas de Occidente y un ambiente sereno al lado del mar. Tarragona es una ciudad tranquila que reposa sobre miles de años de historia que sus edificios y calles se empeñan en enseñar.
Foto Vía: Pavel Novikov