La experiencia marroquí: Marrakech

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Si hay una ciudad donde acudir en dos horas y con poco dinero ésa es Marrakech. En muy poco tiempo y, gracias a perfectos y cómodos vuelos muy económico, nos plantamos en la ciudad de Marrakech que nos ofrece un sinfín de propuestas en una cultura nueva y totalmente enigmática: la árabe.

Nada más pisar la ciudad, en su aeropuerto ya vemos signos de su arquitectura marroquí, y de la amabilidad de sus gentes. Un autobús te lleva directamente a la urbe desde el aeropuerto en un tiempo récord de una media hora y pasamos por lugares desérticos y poco poblados.

Una vez en Marrakech se vislumbra un fondo de tonos rojizos y marrones, así como verdes, que protagonizan las murallas fortificadas de la ciudad y sus bellos jardines, respectivamente. De ella resalta la plaza principal, declarada Patrimonio Oral de la Humanidad por la Unesco en 2001: Jamaa el Fna. Un lugar de concentración de gente durante todo el día: desde paradas con frutos secos y vendedores de zumo por la mañana a espectáculos callejeros y puestos de restauración por la noche.

Pero, a pesar del bullicio y el ruido de las calles, Marrakech tiene algo que te atrapa y hace despertar tus pasiones. Su clima, con temperaturas medias durante el año y algo extremas de calor en verano, es un valor añadido para ver la vida desde un punto de vista más positivo.

Muy cerca de la plaza se encuentra la mezquita Kutubia, con un alto minarete que se divisa por toda la ciudad. Una mezquita popular, pero que no pueden pisar los turistas, sólo es apta para los musulmanes. Pero si podemos ver sus exteriores, siempre interesantes.

Grandes resorts con impresionantes jardines y piscinas nos esperan para alojarnos. Por otra parte, si queremos algo más modesto en el mismo casco antiguo están los ryads (antiguas casa reformadas en hostales) muy dignos, conservando todos ellos la arquitectura árabe, con lámparas, mosaicos y otros motivos llenos de arte.

Los ryads tiene siempre un hamman y jardín en el interior donde pasar ratos agradables al aire libre. Suelen estar muy bien acondicionados e incluyen desayunos típicos del país.

El museo de Marrakech, los jardines Majorelle, las tumbas Saadianas, el barrio popular Mellah… son muchas las opciones por visitar. Si vamos de compras, no podemos dejar pasar por algo los zocos, mercados divididos en secciones donde encontrar de todo (babuchas, chilabas, alfombras, joyas, lámparas…) a precios muy reducidos si empleas bien tus artes regateando.