Había oído decir que no era una de las ciudades más turísticas que podíamos encontrarnos en el norte de España. Pero ahora que acabamos de llegar de pasar un fin de semana allí, tenemos que desmentirlo rotundamente. Lugo es uno de esos lugares con encanto por descubrir, una pequeña ciudad abarrotada de historia por todos sus rincones.
Lugo es pequeña, íntimamente ligada a sus imponentes murallas romanas, con un centro histórico que merece mucho la pena y la sana costumbre de tomarse unos vinos y unos pinchos en las rúas principales. Sea cual sea el lugar donde tengáis vuestros hoteles en Lugo, seguro que estaréis muy cerca de sus monumentos de interés.
La mejor zona para pasear es por su centro histórico, delimitado por el perímetro de las murallas. Realmente son imponentes, y por algo están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata del recinto defensivo romano mejor conservado del mundo. Su perímetro completo tienen 2.100 metros de longitud, y cuenta con unos 72 cubos enteros.
La altura de las murallas de Lugo oscila entre los 10 y los 15 metros. Tiene diez puertas en total, de las que destacan la Puerta Miñá o del Carmen, la Porta Nova, la Puerta de San Pedro o Toledana, la Puerta de Santiago y la Puerta Falsa.
Dentro de este centro histórico podéis visitar, cómo no, la Catedral de Lugo. Su construcción se inició en el siglo XII, y no se concluyó sino hasta dos siglos más tarde. En su interior acercaros a la Capilla de Nosa Señora dos Ollos Grandes, del siglo XVIII, al retablo mayor de Cornelis de Holanda y a la sillería del coro, una de las mejores en estilo barroco de España.
Hay otros lugares de interés en este centro histórico, como el Luci Imago, una sala de exposiciones sobre el Lugo romano, el Palacio Episcopal del siglo XVIII, la Praza do Campo, que era el antiguo foro romano, el Museo Provincial, uno de los mejores de Galicia, la Iglesia de San Froilán y la Plaza Mayor, corazón de intramuros.
Fuera de las murallas surge la Lugo moderna, donde destacan el Museo Diocesano del Seminario Mayor, el Parque de Rosalía de Castro, que cuenta con un precioso mirador sobre el río Miño, y las Caldas de Lugo, aguas termales cuyo manantial surte agua a unos 43 grados.
Ni que decir tiene que venir a Lugo es encontrarnos con una de las antiguas ciudades romanas más importantes de España. Cuando la noche cae sobre las iluminadas murallas sólo hay que dejarse llevar para hacer un maravilloso viaje en el tiempo siglos atrás. Está claro que Lugo merece, y mucho, la pena.
Foto Vía Adrelita