Chaouen, joya azul en Marruecos

Chaouen

Cuando la situáis en el mapa de Marruecos, Chaouen aparece como un pequeño pueblo aislado en las Montañas del Rif. Sin embargo, nada más entrar en ella te das cuenta que estamos ante uno de los grandes tesoros ocultos del país marroquí. La magia de colores que se vive en Chaouen es única.

Este pequeño pueblo de montaña es una explosión de azules cobalto, turquesas, verdes azulados, todo ello iluminado por las estrellas blancas y azules que adornan cada uno de sus callejuelas y callejones empedrados. Chaouen es una ciudad tranquila, donde los días y las noches parecen que no tienen fin.

A pesar de ser pequeño, hay muchas ofertas de viajes dentro de Marruecos para visitar Chaouen. Pasear por sus callejuelas es perderse en un mundo de ensueño. Veréis la Mezquita Central y la maravillosa Kasbah, construida por el legendario gobernante Moulay Ismail, cerca de la Plaza Outa el Hammam, en el siglo XVIII.

La Kasbah alberga un precioso jardín y un pequeño museo de cerámica antigua y fotos con vestidos tradicionales de las tribus bereberes.

Chaouen fue fundada en el siglo XV por los judíos y musulmanes que fueron expulsados de España o perseguidos por la Inquisición. No es de extrañar que durante más de 500 años siga conservando el ambiente musulmán medieval que había en la Península Ibérica.

La gente en Chaouen es muy amable y encantadora. Suelen saludar a los turistas desde las puertas de sus casas, y no es de extrañar que incluso os ofrezcan fumar cannabis, ya que Chaouen es uno de los principales productores en Marruecos. Es mejor perderse por la medina y probar el té de menta, un zumo de naranja natural o un café recién hecho.

Os recomendamos pasear a la caída de la tarde por la medina, cuando cobra vida propia. La gente coloca sus tenderetes y sus mercadillos en sus estrechas y sinuosas callejuelas. Podéis comprar el clásico sami, un pigmento de tonos azul, amarillo, rosa y naranja que se utiliza para decorar las paredes de las casas.

También veréis zapateros trabajando el cuero, mujeres bordando las jalabbas, carpinteros tallando la madera y el cedro y artistas pintando flores en espejos de cristal y decorando muebles. Todo un universo de artesanía tradicional.

Os recomendamos también subir a lo más alto de Chaouen para tener unas vistas panorámicas del pueblo realmente preciosas. Resulta increíble el colorido de sus calles al atardecer, que parece cambiar a cada hora que pasa. Un lugar mágico sembrado de nostalgia y paz, un paraíso para los sentidos.

Foto Vía Wilegros Uniterre