En los últimos años los viajes a Nueva York se han convertido en una opción turística mucho más asequible y al alcance de la mayor parte de los bolsillos. Hoy en día, coger un vuelo para pasar unos días en las «Gran Manzana» es algo que podemos hacer por relativamente poco dinero, y la oferta de alojamientos en la ciudad de los rascacielos es enorme y variada, con opciones para todos los gustos y presupuestos.
Naturalmente, la isla de Manhattan se lleva gran parte del tiempo en estas estancias, pero la ciudad de Nueva York es mucho más que los barrios limitados por el East River y el río Hudson. En otros de sus distritos también podemos encontrar atracciones turísticas de primer nivel y, además, un encanto especial que reconoceremos sin duda de las miles de obras literarias, cinematográficas y televisivas que forman parte ya de nuestro imaginario colectivo.
Una de las mejores maneras de internarse en este mundo único y particular es cruzando a pie el famoso puente de Brooklyn, uno de los tres que unen el centro con esta zona de la ciudad (junto con el Manhattan Bridge y el Williamsburg Bridge). Así, iremos aproximándonos con pausa a este «skyline» alternativo de Nueva York, con una escala mucho más humana y menos intimidatoria que los enormes edificios de acero y cristal del centro.
Una vez en las calles de Brookyn, vale la pena detenerse en el parque que hay junto al río, desde el que podremos admirar el sur la isla de Manhattan en toda su dimensión. Desde aquí, podemos desplazarnos a pie o en metro hasta Prospect Park, que rivaliza en extensión con Central Park, parar en alguna cafetería para probar una magnífica porción de tarta de queso, visitar el decadente paseo marítimo de Coney Island y acabar la jornada, por ejemplo, de compras por la zona de Williamsburg, una de las más pujantes y «trendy» de toda la ciudad.
Foto: Jay Woodworth