Con los primeros rayos de sol de febrero, apetece tomar el sol y descubrir nuevos lugares con gran belleza y paisajisto. Siempre es tentador volver de vacaciones a las Islas Baleares, magníficas, imponentes y con la cultura y ocio que necesitamos para desconectar.
Menorca es especial porque nos deja calas vírgenes y bellas a las que podemos acceder fácilmente desde diferentes sitios. Además, la isla es conocida por sus yacimientos aqueológicos algunos realmente antiguos que parten del paleolítico y neolítico. Pero hay más cosas para hacer, porque siempre podemos descubrir la catedral de Ciutadella, además de otras iglesias de estilo gótico.
Por otra parte, dar un paso por Mahón permite conocer callejuelas con historia y con un estilo de casas único. No dejes de probar el queso de Denominación de Origen de Mahón, gustoso y especialmente exquisito mezclado con frutas y otros dulces.
De Mallorca destacan también algunas poblaciones donde adentrarnos al mar. Es vital subir a una embarcación y perdernos mientras vemos aguas quietas de una azul verdoso, que nos hace entrever que estamos en un pequeño paraíso. Para culturizarnos un poco, recomendamos hacer parada en Palma de Mallorca, donde se halla una de las catedrales góticas más importantes de todo el país.
Ibiza es la isla de la pasión y la diversión. Es conocida por su marcha nocturna, pero también por poseer un paisaje único, definido por la arquitectura de sus casas, siempre teñidas de blanco. En San Antonio podemos comprar artesanía y cenar en uno de sus populares restaurantes junto a la bahía.
Por su parte, Formentera, aunque de reducidas dimensiones, es siempre un gran descubrimiento. Podemos ver sus faros y torres fortificadas, dos de las representaciones de la isla que se encuentran en todo lo alto, desde donde ver vistas fantásticas al mar Mediterráneo. Báñate en sus aguas y pasea o coge la bicicleta.
Foto: cancanto