A la hora de planear un viaje a Grecia, es conveniente explorar todas las posibilidades, casi infinitas, que ofrece este país, tan lleno de historia. Una de ellas es, además de visitar alguna de las grandes ciudades del «continente», es pasar unos días en alguna de sus muchas islas, entre las que destaca, por su historia y atractivo turístico, Creta, una de las cunas de la civilización helénica y, por extensión, de toda Europa.
Esta isla, la más grande del país y la quinta de todo el Mediterráneo posee innumerables puntos de interés histórico y cultural, playas de ensueño, paisajes montañosos, fértiles valles y una rica tradición gastronómica, de las más destacadas de toda Grecia. La región occidental de Creta está dominada por la presencia de las montañas Lefká Óri, que son Parque Nacional. En la región de Rethymno es aconsejable visitar alguno de sus monasterios y los agrestes paisajes que los rodean, además de disfrutar de sus playas y actividades de ocio.
La ciudad de Heraklion destaca, además de por ser la más poblada de la isla, por los tesoros arqueológicos que en ella se pueden encontrar, y por un entorno de lo más pintoresco, en que abundan aldeas y pueblos de postal, rodeados de campos de olivos y viñas. En la región de Lasithi se encuentran el conocido bosque de palmeras de Váï, el Golfo de Mirabello, sus famosos molinos de viento y un sinfín de infraestructuras turísticas de primer orden.
En resumen, un viaje que vale la pena, en que gozaremos de un clima templado incluso en los meses de invierno y en el que tendremos la oportunidad de conocer una cultura milenaria que se remonta a épocas a partir del año 6.000 a.C., pasando por la Edad del Bronce, la civilización Minoica, el apogeo de los palacios de Knossos, Faistos y Malia. Un lugar apasionante en que se sitúa el origen de gran parte de las leyendas de la mitología griega a unas pocas horas de nuestro país.
Foto: Iain Farrell