A mí particularmente me gustó mucho pasear por el centro histórico de Bogotá. Quizás no llegue a la belleza del de Quito, pero sí comparte con este último el hecho de ser muy colonial, con calles y plazas que, si las viéramos en cualquier ciudad de España, no desentonarían en absoluto.
El ambiente es muy popular, animoso. Todas las calles y plazas convergen y se buscan para desembocar en la Plaza de Bolívar. Y es aquí donde se disfruta y se paladea de una de las catedrales más bonitas y grandes de América Latina. Se trata de la Catedral Primada de Bogotá, un templo de origen indiano, construido en el siglo XVI.
Claro, como todos los grandes templos, se acabó de terminar mucho más tarde, a comienzos del siglo XIX. Si tenéis reservados vuestros vuelos Bogotá, os recomiendo acercaros a esta plaza y echaros unas fotos frente a la catedral, declarada Monumento Histórico Nacional en Colombia.
Os parecerá mucho más grande de lo que en realidad es, ya que se halla adosada al Palacio Episcopal y a la Capilla del Sagrario. Os aseguro que la vista del templo, tanto de día como de noche, desde la plaza es preciosa. Aunque, tal vez mucho más si venís callejeando por la zona de la Candelaria, cuando se divisan sus torres sobresaliendo de los tejados.
La catedral está dedicada a la Inmaculada Concepción, y refleja un delicado gusto por las líneas neoclásicas. Si visitáis su interior encontraréis una nave de cruz latina y dos laterales, además de catorce capillas en total. Resulta fascinante colocarse en la puerta de entrada y ver el amplio pasillo de la nave central, con sus lámparas de cristal y el blanco de sus mármoles y columnas.
Con sus 120 metros de largo y 30 de ancho, es sin duda uno de los monumentos más visitados de Bogotá. Iluminada, atractiva y muy llamativa. Son algunos de los calificativos que me traje de esta catedral. La devoción que sienten los lugareños por ella hace que, al visitarla, accedamos a su interior con mucho respeto.
Foto Vía Nueva Lengua Tours