Chiclana de la Frontera forma parte, junto con Cádiz, Jerez de la Frontera, Puerto Real, El Puerto de Santa María y San Fernando, del área metropolitana de la Bahía de Cádiz-Jerez, en plena Costa de la Luz. Uno de sus principales atractivos son sus playas, como Sancti Petri, La Barrosa y El Puerco, algo que hace que sea uno de los lugares de más interés turístico de la zona, contando además con un patrimonio monumental, tanto religioso como civil, de cierta relevancia.
En este sentido, si tenemos la posibilidad de reservar un hotel en Chiclana y pasar unos días en esta agradable población, vale la pena acercarse a visitar la Iglesia de San Juan Bautista, de estilo neoclásico gaditano; la Ermita de Santa Ana, icono visual de la ciudad; el Convento de Jesús Nazareno o la Capilla del Santo Cristo, el edificio religioso más antiguo de Chiclana (s. XV). También destacan monumentos civiles como la Torre del Reloj, las Torres Bermeja y del Puerjo y las Casas-palacio del Conde de las Torres, del Conde del Pinar, del Conde de las Cinco Torres o la Casa Briones.
Como otras poblaciones de esta zona de Andalucía, Chiclana de la Frontera es conocida por acoger numerosas bodegas, siguiendo una tradición vinícola que se remonta a la antigüedad (s. IX-VIII a.C.) y que, ya a partir del s. XVI, se convierte en una de las principales industrias de la región, exportando a América, Flandes, Inglaterra, Francia y Portugal. La producción de las viñas de Chiclana se destina, desde el s. XIX a la elaboración de vino de Jerez con Denominación de Origen, contando hoy en día con varias empresas en que se crían finos, olorosos y moscateles. En estas bodegas se organizan catas y visitas guiadas que tienen gran acogida entre los visitantes.
Foto: Lucia Lence