Una Ibiza diferente

Una Ibiza diferente 2

Ibiza no sólo es sol, playa y fiesta, sino que la pequeña isla de las Baleares nos ofrece mucha más oferta de la que acostumbra dar su imagen. De hecho, si estamos en uno de los hoteles en Ibiza nos daremos cuenta de ello, de que pese a su pequeño tamaño, la isla ofrece un gran número de opciones para las vacaciones que queramos hacer. Desde playas masificadas hasta pequeñas joyas apenas conocidas, desde un entorno rural acogedor y prácticamente desconocido hasta un gran patrimonio en historia y cultura.

Pero hoy nos fijaremos en dos de sus actividades, en dos destinos que pese a no ser turísticos del todo bien merecen una pequeña visita. Se trata de los famosos mercadillos Hippys de Ibiza y sus salinas.

En cuanto a los mercadillos hippys, no nos podemos ir de Ibiza sin pisar uno de ellos, es como quien se va de la isla sin pegarse un baño. Se trata de pequeños mercados en los que podremos encontrar de todo o casi todo, una enorme variedad de productos exóticos y lugareños, hechos a medida, de cuero o de reciclaje donde elegir, por qué no, un buen souvenir o recordatorio del lugar. También encontraremos una gran variedad de bisutería de plata y baratijas ante varias personas que, si hablamos con ellas, descubriremos que fueron de los primeros hippys que llegaron a la isla.

Por otro lado, una visita completamente distinta es el de las Salinas, lejos de la multitud y el griterío de los mercadillos, un remanso de belleza y paz. No en vano podríamos colocarlo como uno de los paisajes más hermosos de la isla. De hecho, aún siguen manteniendo su función, una función que ya lleva más de dos mil años y produce una sal muy particular. Durante el verano veremos el agua en los diferentes estanques que poco a poco se evapora y nos enseña una hermosa e inquietante capa de pura sal marina. Si no queremos irnos de Ibiza sin una hermosa foto, podemos ir al atardecer, cuando el cielo y el mar se unen a través del agua de los estanques y emerge una gama de colores impresionantes.

Foto Vía: Matthias Prinke