Estamos en un mundo globalizado y, además, de bajo coste. La crisis parece haber afectado a todos los sectores excepto a la oferta de vuelos de bajo coste. Teniendo en cuenta esto, proponemos un viaje de fin de semana a Austria, concretamente a su capital, Viena, ciuda de elegantes palacios y rincones que nos recuerdan su pasado imperial.
Podemos comenzar la visita por el Palacio Hofburg, el Palacio Imperial de invierno que fue residencia de los Habsburgo desde el siglo XV. El edificio se ha reciclado como la Biblioteca Nacional y en su capilla podremos escuchar todos los domingos a los Niños Cantores de Viena.
La visita a las que fueron las dependencias de la familia imperial incluye los lujosos aposentos del emperador Franciso José y su esposa Elisabeth, la Sala de Audiencias, un baño de aquella época, la colección de Plata Imperial y el Museo Sissi, completa exposición con objetos y retratos de la emperatriz.
Siguiendo por el imperial Viena, podemos hacer otra parada en el Palacio Schönbrunn, edificio barroco que fue residencia de verano de la dinastía de los Habsburgo desde el siglo XVIII en adelante. Si bien antes quedaba en las afueras de la ciudad, hoy día será suficiente tomar la línea U4 de metro o los tranvías 10,58 y 60 para poder llegar a él. De sus sorprendentes 1.411 habitaciones, unas 40 están abiertas al público. Podemos completar la visita a este lujoso edificio con la visita a sus jardines y la Glorienta, un bonito y romántico mirador. El invernadero de plantas exóticas y el zoo nos enseñarán en qué se gastaban el tiempo los reyes de Austria. Este conjunto está declarado como Patrimonio de la Humanidad desde 1996.
Por último, la propuesta de Viena de hoy lo acabaremos con el Stephansplatz, céntrica y peatonal plaza donde se erige uno de los templos más importantes de Viena, a saber, la catedral de San Esteban. Este templo gótico, que se inició en el siglo XII y se culminó nada menos que tres siglos después, se caracteriza por su tejado realizado con 21.000 tejas de colores y la alta torre de 137 metros. Recomendamos subir los 343 peldaños que hay hasta su mirador.
Alrededor de la plaza veremos que se abre una red de callejones medievales como son los de Hafnersteig y Domgasse, de hecho, en este último vivió Mozart durante tres años, hecho que ha llevado a que su casa sea hoy un museo.
Foto Vía: Gryffindor