Trieste, un rincón especial de Italia

Trieste, un rincón especial de Italia 2

La ciudad de Trieste es quizás una de las grandes desconocidas del país transalpino, pese a merecer más atención por su gran atractivo, su belleza y su historia. Ubicada en el extremo nordeste de Italia y haciendo frontera con la vecina Eslovenia, esta ciudad representa hoy en día una excelente oportunidad para los amantes de los viajes baratos que, pese a todo, deseen descubrir lugares especiales y relativamente desconocidos.

Por su situación geográfica, la ciudad ha tenido desde la antigüedad un especial atractivo como puerto para los distintos estados de la región, de tal manera que, a pesar actualmente de ser una ciudad italiana, las influencias y dominaciones históricas han reunido aquí a austriacos, alemanes, croatas y, especialmente, eslovenos. Desde el s. XIX, Trieste fue además lugar de inspiración y residencia para literatos como Rilke, Stendhal, Joyce, Italo Svevo, Claudio Magris (natural de la ciudad) o autores eslovenos como Vladimir Bartol, Srečko Kosovel y Boris Pahor.

En Trieste hay algunas visitas que consideramos imprescindibles y que no pueden faltar en la ruta de cualquier viajero que decida pasar aquí sus vacaciones o visitar la ciudad en una escapada rápida, como el Faro de la Victoria, una monumental obra conmemorativa de los caídos durante la I Guerra Mundial; la Catedral de San Giusto, de antiguo origen paleocristiano pero morfología medieval, con sucesivos añadidos de épocas posteriores que no le restan, sin embargo, ningún atractivo.

Los castillos de Duino, Miramare y San Giusto tienen orígenes diversos, que van desde la época romana hasta el romanticismo, pasando por el románico y el gótico, y forman un conjunto monumental que por sí solo hace que valga la pena visitar la ciudad. Otros lugares interesantes son la Gruta Gigante, las grutas di San Canziano (Škocjanske jame), la Reserva Marina de Miramare, el complejo de galerías antiaéreas Kleine Berlin, el Palazzo del Governo, la Foiba di Basovizza o la Basílica de San Silvestro.

Foto: Davide Oliva