Si habéis visto películas como «Lost in translation» o «Babel» os habréis hecho una imagen de cómo funciona la vida en esta gran urbe de Japón; y es que Tokio es otra historia, es una mezcla entre tradiciones milenarias y tecnología y frikismo puro.
Algunas de las imágenes que se representan en estas dos películas reflejan bien la sensación de pequeñez que se tiene ante la inmensidad de esta gran ciudad; los personajes miran hacia arriba o hacia el horizonte y ven edificios que parecen no tener fin.
Pero detrás de esa impersonalidad aparente se encuentra todo un entramado de códigos culturales que no son tan fáciles de advertir ni entender a primera vista pero que son realmente sorprendentes y apasionantes.
Tokio se divide en dos partes bastante bien diferenciadas a partir de la zona comercial de Ginza; tenemos la parte oeste, llena de barrios comerciales y oficinas, y también está la zona este con sus barrios residenciales. Los lugares más visitados por los turistas se encuentran en la delimitación de la línea de tren Yamamote.
En el centro de todo esto están el Palacio Imperial, además de las estaciones de Tokio, Shinagaya, Ebisu, Shibuya, Shinjuku, Ikebukuro y Ueno, centros urbanos repletos de tráfico, rascacielos, bullicio, carteles inmensos de luces de neón y ruído, mucho ruído.
Pero en Tokio también encontraréis maravillosas callecitas llenas de casitas japonesas unifamiliares, tremendos templos o tiendas de productos tradicionales. Es, sin duda, una ciudad de contrastes fortísimos.
Templos milenarios, nuevas tecnologías, jardines, manga, mercados callejeros, ejecutivos agresivos, galerías de arte, torres altísimas, pequeñas casitas… Tokio es realmente otra historia.
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