Hoy haremos una pequeña visita a Castellón, ciudad tapada por su vecina Valencia y no menos por la cercana Catalunya, con las Tierras del Ebro y el Delta del Ebro a tiro de piedra. No obstante, si estamos cerca como es el caso de estas dos zonas recién comentadas, no haremos mal si alquilamos una habitación en uno de los hoteles en Castellón y nos dedicamos a visitar durante un fin de semana esta escondida pero bonita ciudad.
La visita que hoy proponemos pasa por la plaza de toros y el edificio de correos y telégrafos, lugares, los dos, que pese a no ser de los atractivos más importantes de la ciudad, tienen cierto encanto.
La plaza de toros de Castellón, por ejemplo, fue inaugurada el día dos de julio de 1887 y su constructor fue Manuel Montesinos Alardins. Una de las insignias del lugar es el medallón de bronce en el que destaca la cabeza de un toro en la fachada,hecha por el escultor José Viciano Martí, el mismo artista que hizo la estatua del rey Jaime en la ciudad de Castellón.
El otro edificio, el de correos y telégrafos, fue construido en el año 1932 y es obra de los arquitectos Ribes Marco y Joaquín Dicenta Vilaplana. Situado estratégicamente en el centro del entramado urbano de Castellón, con la plaza de Tetuán al norte y la avenida Jaume I al sur, su situación como edificio queda reforzada por un volumen de tres plantas con las cuatro esquinas redondeadas que produce una curiosa imagen muy unitaria y soberbia. Es uno de esos monumentos que te los encuentras en la calle y disfrutas de su contundencia.
El ladrillo, la cerámica y el vidrio del edificio constituyen los principales elementos de su imponente fachada, el cual, tiene un aire a tradición musulmana.
Así pues, Castellón, como vemos, es de esas ciudades que tienen los monumentos escondidos en la cotidianidad, es un lugar donde lo común es lo cotidiano, toda una sorpresa para el visitante.
Foto Vía: jnav80