Son pocas las ciudades tan evocadoras como Tánger. Situado en la costa de Marruecos, su nombre suena desde la antigüedad y en el siglo XX ha sido hogar de artistas famosos como pintores, escritores, músicos o multimillonarios, que lo han impulsado a ser una ciudad sonada en todo el mundo. Aún hoy, Tánger es un microclima propio de innegable fascinación que atrae a visitantes en busca de mitos antiguos y nuevos con el que se encuentra rodeada la ciudad.
Si vamos a Tánger no podemos dejar de visitar el gran Zoco, lugar muy animado sobre todo los jueves y domingos, cuando se convierte en el mercado de productos de la tierra que campesinos de los alrededor traen para vender. De repente parece que la ciudad vuelve hacia atrás varios siglos, pues los campesinos, con sus vestimentas de rayas y sombreros de paja nos recuerdan que en algunas partes del mundo parece que no pasa el tiempo. En el mismo zoco se sitúa la mezquita Sidi Cou Abid, donde podremos observar un minarete recubierto de cerámica policromada, junto al parque de la Mendoubia y un drago al que se le atribuyen más de 800 años.
El zoco pequeño también es de obligada visita pues se sitúa en pleno corazón de la medina y es uno de los lugares de más interés si queremos deambular por Tánger.
En cuanto a monumentos, uno de los más importantes y significativos de la ciudad es el Dar el Makhzen, es decir, el antiguo Palacio del Gobernador, el cual se ha convertido hoy en un espléndido museo de las artes marroquíes y donde podremos observar piezas de todo el país. Cerca se sitúa también el Dar es-Shorfa, el museo arqueológico con sus piezas provenientes de la cercana Volubilis.
Por último, si tenemos pocos días, no podemos dejar de visitar el Barrio Marshan, donde podremos observar (y entrar) en el Museo Forbes con sus colecciones de miniaturas militares y el famoso Café Hafa, datado en el año 1921 y con una bella terraza llena de flores que nos ofrece una estupenda vista del estrecho y donde la costa española está como al alcance de la mano.
Foto Vía: Hedwig Storch