Siena, el encanto y la magia de una ciudad medieval

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La Toscana es una de las zonas más bellas de Italia y es que en ella se encuentran ciudades que son auténticas obras de arte en sí mismas. Este sería el caso de Siena, una urbe que está envuelta por la magia y el encanto de otros tiempos. Y es que la misma, y concretamente su centro que está catalogado como Patrimonio de la Humanidad, guarda aún el alma de la población medieval que fue.

Nadie puede marcharse de Italia y de La Toscana sin antes perderse por las calles de aquella ciudad que le permitirá disfrutar de una serie de monumentos de gran valor artístico y arquitectónico como los que ahora te damos a conocer:

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción. En la primera mitad del siglo XIII fue cuando comenzaron las obras de construcción de este templo, el más importante de Siena, que se enmarca dentro del estilo gótico, aunque también cuenta con elementos románicos. Diversos son los elementos que merecen especial atención en aquel y concretamente la linterna de la cúpula que fue realizada por el gran Gian Lorenzo Bernini.

Piazza del Campo. Una de las plazas más importantes de esta urbe italiana es la que ahora nos ocupa. Y es que en la misma se pueden visitar algunos de los edificios históricos más importantes que existen en el lugar como sería el caso del famoso Ayuntamiento, realizado en el siglo XIV, donde sobresale su Campanile.

Palacio Piccolomini. En la segunda mitad del siglo XV, concretamente en el año 1469, fue cuando se comenzaron las obras de construcción de esta edificación que se ha convertido en una de las mejores joyas del Renacimiento.

Fortalezza Medicea. Los  Medici  fueron una de las familias más importantes de toda Italia no sólo por haber fomentado el arte sino también por haber contribuido al inicio del Renacimiento, por haber impulsado la banca y por haber convertido a varios de sus miembros en Papas. De esta familia poderosa existen muchos resquicios en la actualidad y uno de ellos es esta construcción que realizaron en el siglo XVI.