Al llegar al aeropuerto lo primero que leímos fue un cartel que decía: «Bienvenidos a Santa Lucía, la isla más perfecta del Caribe«. Uno piensa que aquí sólo encontrará playas tropicales, de esas que estamos acostumbrados a ver con sus aguas cristalinas y sus palmeras de cocos. Pero, claro, la perfección de Santa Lucía da para mucho más.
Santa Lucía es un paraíso para los amantes de las playas, la naturaleza y el senderismo. Por ejemplo, son muchos los turistas que se quedan maravillados al subir a la cima de los Pitones, Patrimonio de la Humanidad de 2.618 metros de altura, que ofrece unas vistas de las cercanas Martinica y San Vicente.
Más aventura es la que nos da la subida al Morne Gimie, el pico más alto de la isla, una zona envuelta completamente por una selva de bosques enanos y árboles extraordinarios. Seguro que hay muchas agencias de viajes que os pueden organizar un maravilloso viaje hasta aquí.
Resulta increíble que Santa Lucía pueda ofrecerse así a los turistas, teniendo en cuenta que sufrió muchas batallas en su territorio. No en vano cambió hasta catorce veces de manos entre británicos y franceses, hasta que en 1979 pudo conseguir su total independencia. Esto le ha valido para tener una fusión cultural fascinante, con amerindios, africanos, europeos e indios.
La naturaleza de Santa Lucía es muy exhuberante, con grandes jardines botánicos que se pueden visitar fácilmente. El más conocido es tal vez el Jardín Botánico Diamond, cerca de la antigua capital francesa de Soufriere. En su origen fue una hacienda azucarera y más tarde una selva tropical convertida en jardín botánico.
Otro de los jardines botánicos se encuentra en Mamiku, una auténtica jungla controlada llena de colores brillantes y extravagantes, orquídeas e hierbas medicinales criollas.
Curiosamente Santa Lucía es una isla de origen volcánico, atravesada por una cordillera de norte a sur. Al sur se puede visitar el Volcán Qualibou, que produce en ocasiones expulsión de gases y energía geotérmica. Hasta Santa Lucía se puede llegar en avión o bien en crucero hasta el puerto de Castries, la capital de la isla.
No olvidaros de recorrer la colina de Monte Fortune, ya que desde allí se tienen unas vistas panorámicas deslumbrantes, además de las Cataratas del Diamante, con una altura de 304 metros. Curiosamente las aguas caen desde el volcán y están muy calientes.
Al regresar de vuelta no nos extrañó en absoluto el cartel que volvimos a ver en el aeropuerto. Desde entonces nos quedó muy claro cuál es la isla más perfecta del Caribe.
Foto Vía Dxing at Communication