A orillas del Mar Báltico, al norte de Alemania, se halla la hermosa ciudad de Rostock, situada a unos 200 kilómetros al norte de Berlín. Se trata de uno de esos típicos rincones que, a pesar de haber sufrido grandes daños durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, aún sigue manteniendo ese tipismo clásico de épocas antiguas.
Su arquitectura hanseática se combina perfectamente con la parte más moderna. Una ciudad que ostenta el privilegio de albergar la Universidad más antigua del Norte de Europa, ya que fue fundada en el 1419. Además, Rostock cuenta con el puerto alemán más grande a orillas del Báltico.
Si iniciáramos nuestra visita por la ciudad hay algunos monumentos que no debemos perdernos. En primer lugar, la Iglesia de Santa María, construida en estilo gótico en el siglo XV. Símbolo de esta iglesia, que se tardó en construir 250 años, es el famoso Reloj Astronómico, realizado den 1472 por Duringer de Nurnberg. Dicen los expertos que su mecanismo podrá dar la hora hasta el año 2047.
De esta iglesia pasamos a Rathaus o Ayuntamiento, situado en la Neuer Markt, el Mercado Nuevo, corazón social de Rostock. Su impresionante fachada barroca es posterior al edificio en sí, ya que fue añadida en 1729. Junto a la fachada podemos ver hasta siete torres góticas, que sí pertenecen al edificio original.
Al sur de la Neuer Markt se halla la Steintor o Puerta de Piedra. Se trata de la puerta más célebre de las viejas murallas que rodeaban la ciudad. De todas esas puertas, precisamente, solo quedan en pie tres. Todo el conjunto de esta puerta pertenece al conjunto original, menos el remate final, que data de la época renacentista.
Junto a la Iglesia de Santa María, otro de los edificios religiosos que no hemos de perdernos en Rostock es la Iglesia de San Pedro, construida en el siglo XIII. Lo más interesante de esta iglesia es subir a su torre de 117 metros de altura, que durante siglos ha servido como mirador náutico. Al lado de esta iglesia se halla el Monumento Sluter en recuerdo de Joachim Sluter, reformador local de mediados del siglo XVI.
Por último solo nos quedaría por visitar el Museo de Historia de la Ciudad, recorrer de arriba a abajo la hermosa Kroplinerstrasse, una preciosa calle rodeada de casas de los siglos XVII al XIX, y acudir al Zoo de Rostock, el más grande de la zona báltica alemana. Allí viven 1.700 animales de 360 especies distintas.
Como veis, Rostock es una hermosa ciudad del norte de Alemania que deberíamos conocer. Su encanto y su tipismo medieval nos encantarán.