Praga es una de las ciudades más bonitas de Europa y esto hay pocos que lo nieguen. Además, es capital de la República Checa con sus casi 500 km2 y 1.200.000 habitantes. Los orígenes de esta bella ciudad remontan hacía el año 870, año de la fundación del Castillo de Praga. No obstante, en su territorio ya había asentamientos humanos desde el neolítico.
Así, Praga es también una ciudad preparada para el turismo. En sus calles se podrán encontrar tiendas, bares y restaurantes que nos dediquen la mejor sonrisa de los checos, las mejores comidas y las típicas cervezas de la tierra. Los hoteles en Praga también están como para probarlos, es decir, parece que el encanto de la ciudad traspasa los muros de los edificios y se asienta en cualquier rincón de la mayoría de hoteles.
Además, Praga está en el corazón de Europa, eso de que tenga el mar Báltico a 600 km. el mar del Norte a 700 km., igual que el Adriático y las grandes metrópolis centroeuropeas también a distancias más o menos equidistantes hace de Praga el corazón europeo la capital geográfica del viejo continente.
Su casco viejo está considerado como Reserva monumental urbana y Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO y es que no es para menos. Su casco histórico, con más de 850 ha. alberga edificios tan conocidos como el Castillo de Praga y barrios tales como Barrio Pequeño y el barrio de Josefov. Sus calles se caracterizan por la sinuosidad y edificios de todos los estilos arquitectónicos, a saber, desde rotondas románicas hasta iglesias góticas pasando por palacios barrocos y renacentistas, lugares mojados de clasicismo, cubismo e incluso modernismo. También podemos encontrar casas funcionales y edificios más modernos.
Quizás su encanto venga de que es una ciudad a orillas de un río y está rodeado de nueve colinas. Es un terreno quebrado que le de un encanto inolvidable y un panorama impresionante, nada mejor que subir a una de las colinas para ver un paisaje que nunca se te olvidara en la vida. Además, en el alto de una colina o paseando por estrechas calles iluminadas con farolas de gas podemos hacer honor de la disputa que tiene con París, a saber, de ser la ciudad del amor. Un beso bajo el árbol aflorado del jardín barroco o a bordo de un vapor histórico pueden ser inolvidables.
En fin, esto es nada más y nada menos que Praga. Una ciudad que emboba, embellece, suspira, sorprende e incluso arde de deseo. ¿Por qué no lo pruebas tu mismo?
FOTO VÍA: Cuellar