Antes de llegar a la gran cita de mediados del siglo XVII, Potsdam apenas era una pequeña ciudad alemana situada a escasos 35 kilómetros de Berlín. Ni la historia ni la cultura habían despertado un gran interés en ella. Pero todo cambió de repente, en 1660, cuando Federico Guillermo I la eligió como residencia de caza y el núcleo principal del reino de Prusia, uno de los más poderosos de Europa en aquel entonces.
Desde entonces, y años después, se convirtió en la residencia de la familia real prusiana. A tanto llegó su impronta que en ella se construyeron más de 150 edificios palaciegos entre 1730 y 1916. A pesar de que el protagonismo se lo llevaba Berlín, Potsdam seguía albergando la corte prusiana. Era aquí donde se desarrollaban los principales negocios, tratados y se tomaban todas las decisiones. Aunque todo esto acabó a finales de la Primera Guerra Mundial.
Hoy en día Potsdam es uno de los grandes destinos turísticos en Alemania. Su cercanía con Berlín hacen de ella una de las principales excursiones desde la capital alemana. Si estáis buscando hacer vuestra reserva de viajes para verano y queréis conocer lo mejor de la arquitectura del barroco alemán, nada mejor que Potsdam. Sus palacios y parques fueron declarados en 1990 Patrimonios de la Humanidad por la UNESCO.
De entre los edificios que resultan de visita imprescindible en Potsdam hay que destacar especialmente el Palacio de Sanssouci, residencia de verano oficial de Federico II el Grande, rey de Prusia. Considerado como el Versalles alemán (aunque más pequeño que este, ya que apenas cuenta con diez habitaciones) es toda una joya del rococó. Fue construido en 1547 y se trata sin duda del gran referente turístico de esta ciudad.
Junto a él encontramos el Palacio de la Orangerie, en el cual se hospedaban los invitados extranjeros; el Palacio Nuevo, construido en 1769 para celebrar la conclusión de la Guerra de los Siete Años (este sí es mucho más grande que el de Sanssouci); el Palacio de Charlottenhof, erigido en 1826; las Termas Romanas de mediados del XIX; y la Casa de Té China, pabellón del XVIII diseñado al estilo chino.
La singularidad de Potsdam radica en el hecho de pasar de ser una pequeña ciudad casi desconocida a un conglomerado de grandes edificios y palacios. La belleza de cada uno de ellos aún resalta para demostrar el poder prusiano de antaño.
Foto Vía Baroque Music