Hace unos años un viaje a Nueva York era algo que había que pensarse detenidamente: un largo (y caro) vuelo, lo difícil que era en ocasiones encontrar un alojamiento acorde a nuestras necesidades… Toda una serie de hechos que hacían que sólo unos pocos privilegiados sin preocupaciones económicas o los más aventureros, tuviesen la oportunidad de cruzar el charco y pasar unos días en la Gran Manzana. Hoy en día, no se puede decir que volar a Estados Unidos sea barato, o al menos no es tan asequible como hacerlo a la gran mayoría de las capitales europeas, que están a sólo unos pocos euros de distancia gracias a las compañías aéreas de bajo coste, pero está sin duda más al alcance de un bolsillo medio que antes.
No obstante, hay algo que antes era casi imposible y hoy nos es sumamente más fácil gracias a las nuevas tecnologías: encontrar hoteles baratos y, sobre todo, informarnos al instante sobre las opciones de ocio más económicas o incluso gratuitas allá donde dirijamos nuestros pasos. Nueva York es una ciudad grande, que recibe millones de visitantes durante todo el año, y la oferta hotelera es inmensa. Desde los hoteles más lujosos hasta los hostels más básicos, pasando por una amplia gama de 2-3 y 4 estrellas, albergues, bed&breakfast o incluso una de las opciones más recomendables: las páginas web de intercambio de apartamentos (en las que te comprometes a aceptar visitantes en tu lugar de residencia a cambio de conseguir alojamiento en cualquier parte del mundo), o simplemente particulares que alquilan por unos días una habitación o parte de su casa a precios módicos.
Todas estas nuevas realidades nos permiten aprovechar nuestra estancia al máximo, sin preocuparnos en demasía por el coste de nuestro alojamiento en caros hoteles que, por lo demás, prácticamente no vamos a utilizar más que para dormir tras agotadoras jornadas de callejeo neoyorquino. Si a todo ello le añadimos lo sorprendentemente barato que se puede comer en Nueva York, ¿a qué esperamos?.
Foto: Anthony Easton