Si tenemos pensado realizar un viaje a Gran Canaria, además de relajarnos en sus maravillosas playas, practicar nuestros deportes favoritos y gozar de su gastronomía y vida nocturna, podemos optar por visitar alguno de sus parajes naturales. La isla de Gran Canaria, al igual que las demás de el archipiélago goza de un clima envidiable que permite disfrutar de sus magníficos paisajes durante todo el año, de manera que no tenemos excusa para no acercarnos a alguna de sus excelentes instalaciones turísticas y utilizarla como «campamento base» para nuestras excursiones, paseos y travesías.
Con el sello de Reserva Mundial de la Biosfera, otorgado por la Unesco, se reconoce la amplia variedad de ecosistemas presentes en Gran Canaria, un patrimonio en el que merece la pena aplicar todos los esfuerzos de conservación y difusión posibles. No en vano, casi la mitad del territorio ha quedado incluido en el espacio de protección de la reserva, incluyendo poblaciones rurales que se integran desde hace siglos de manera armónica con su entorno inmediato.
Si la isla destaca por algún aspecto natural en particular, sin duda es por su maravillosa vegetación. Por las particularidades de estas tierras, aisladas del resto del mundo, aquí se han conservado multitud de especies de plantas y flores de manera independiente, desarrollando características propias y únicas. Todo ello favorecido por las peculiares condiciones geográficas del paisaje, dominado por la actividad volcánica del pasado, que encuentra su culminación en el Pico de las Nieves, de 1.949 metros de altitud.
En el suroeste de la isla se conservan grandes extensiones de bosques de pino canario, un árbol único en el mundo, gracias al microclima propio de esta zona. Del mismo modo, en un espacio relativamente pequeño, encontramos ambientes áridos, regiones ocupadas por palmerales, tarahales y sauzales, acantilados y coladas volcánicas submarinas que acogen especies como la tortuga boba, el delfín mular o el calderón gris.
Foto: Sergio Sánchez