Siempre que pruebo alguna tableta de chocolate se me vienen a la memoria aquellos días que pasé en Suiza. Si algo tenemos que agradecerle a los suizos, además de los relojes y alguna que otra estación de esquí, es el chocolate con leche.
Nosotros tuvimos la oportunidad de reservar nuestros viajes baratos hasta la fabulosa Riviera Suiza y Montreaux, situado en la orilla norte del Lago de Ginebra, una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2007, llena de grandes viñedos y muchos de los mejores restaurantes de Europa.
Qué buenos recuerdos recorriendo en un pequeño crucero el lago desde Montreux hasta Vevey. Precisamente en Vevey tiene su sede la marca de chocolates Nestlé, así que imaginaros la de tiendas de chocolates que se pueden visitar aquí. La vista desde el lago es maravillosa, la misma que tuvo hace algunas décadas el propio Charles Chaplin que estuvo por aquí.
No os extrañe encontrar en medio del lago la escultura de un tenedor gigante de hasta ocho metros de altura. Ojo con los restaurantes que elegís para comer en Vevey, ya que algunos de ellos tienen varias estrellas Michelín y los precios del menú se pueden disparar hasta los 350 euros por persona.
Nosotros fuimos más modestos y nos subimos al célebre Tren del Chocolate. Este tren se coge en la estación de Montreaux y serpentea por la orilla del Lago de Ginebra. Contemplaréis los viñedos de Lavaux hasta llegar a la estación de Gruyere, disfrutando de un chocolate caliente, un café y unos croissants.
Ya que estamos en Gruyere es imposible no acercarse hasta el Centro de Visitantes para que nos expliquen la suculenta elaboración del queso que da nombre a la ciudad. Una vez visitado tomamos un autobús que nos llevó a conocer la ciudad medieval de Gruyere, una auténtica postal dominada por un castillo de cuento de hadas.
El Tren del Chocolate sigue su camino por la Maison Cailler en Broc, donde seguir haciendo visitas a la fábrica de chocolates Nestlé. De ahí se puede continuar hasta el Choco Fango, un tratamiento de spa con chocolate en el Palacio Fairmont de Montreux, construido en 1906, y que acoge cada año el Festival de Jazz de Montreux.
Montreux y la Riviera suiza forman el mejor recuerdo de nuestro viaje por Suiza. Su campo algre, el frescor de sus colores, sobre todo el verde, el aire puro, el cielo sereno, el agua, el canto de los pájaros… todo este conjunto lo convierten en uno de los mejores destinos turísticos de Europa.
Foto Vía Planetware