Montmartre siempre ha sido conocido como el barrio bohemio y de los artistas en París. En el interior de sus cafés se han gestado algunas de las obras más singulares y atrevidas del siglo XX. Sin embargo hay otro enclave bohemio y lleno de arte en la capital francesa. Que le pregunten, si no, a Picasso o Chagall porqué eligieron Montparnasse como uno de los rincones más inspiradores de la ciudad de la luz.
A principios del siglo XX Montparnasse no tenía tal vez el encanto bohemio de Montmartre. No contaba con cafés sórdidos, ni con pequeñas ni empinadas callejuelas. Tampoco un lugar como la Basílica del Sagrado Corazón, cuyas vistas cautivaban a los enamorados. Pero en las amplias avenidas de Montparnasse estaban las galerías y los locales en donde los jóvenes artistas exponían sus obras, esto ya de por sí era todo un reclamo cultural.
Pronto aparecieron por sus calles y edificios poetas, pintores, escritores y filósofos de todo el mundo. Empezaron a surgir algunos cafés en los que estos artistas comenzaban sus tertulias, como la Rotonde Montparnasse, situada en la esquina del Boulevard du Montparnasse y el Boulevard Raspail. Era frecuente ver allí artistas de la talla de Diego Rivera, Modigliani o Picasso.
Ya los orígenes de este barrio fueron muy culturales. Su nombre así lo atestigua, ya que Montparnasse viene de mont Parnasse (monte Parnaso en francés). Durante el siglo XVII los jóvenes estudiantes franceses venían hasta aquí a reciatar sus poemas, en el mismo lugar en el que siglos más tarde aparecerían los grandes artistas del siglo XX.
Hoy Montparnasse es uno de los grandes barrios turísticos de la ciudad. Allí podemos visitar su célebre cementerio, en el que descansan los restos de artistas de la talla de Baudelaire, Sartre, Simone de Beauvoir, Julio Cortázar o Samuel Beckett; así como la Torre Montparnasse que, con sus 209 metros de altura, era la torre más alta de la Europa occidental cuando fue construida.
El Montparnasse bohemio se mezcla hoy con el barrio moderno de largas avenidas. En ellas predominan las cafeterías, los bares y los restaurantes, recuerdos tertulianos de las primeras décadas del siglo XX. Años en los que lo mejor del arte europeo y mundial paseaba por este rincón tan parisino.
Foto Vía Holidays Syl